Presentación do libro YO.... DURMIENDO (UN DIARIO DE SUEÑOS Y EXPLICACIONES ENTRE PARÉNTESIS)
- 80 pp.
Presentación do libro de Stan Brakhage publicado orixinalmente en 1988 e que saíu ao mercado en español en 2023 baixo o selo de Lumière, con tradución de Pablo Marín e edición de Francisco Algarín Navarro.
(Máis información en comentario)
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Desencadres: Stan Brakhage
Presentación do libro YO.... DURMIENDO (UN DIARIO DE SUEÑOS Y EXPLICACIONES ENTRE PARÉNTESIS)
Short Films: 1975 (Parts 1-10)
Nightmare Series
Versión lingüística:VOFormato:16mm.Coa participación de Pablo Marín (tradutor) e Francisco Algarín Navarro (editor). Entrada gratis.
- Ano:1988
- Países de produción: Estados Unidos
Notas á edición do libro
Francisco Algarín Navarro, Pablo Marín
James Stanley Brakhage, de nombre original Robert Sanders, nació en Kansas City, Missouri, en 1933. A los seis años de edad se mudó a Colorado, donde pasaría la mayor parte de su vida. En su dura infancia, halló un refugio temprano en el arte, primero como niño soprano solista y después como escritor y dramaturgo durante la escuela secundaria. Becado en la Universidad de Dartmouth, estudió sólo un semestre, abandonándola para filmar su primera película en 1952.
Por esos años Brakhage peregrinó hacia San Francisco y Nueva York, donde se relacionó con poetas, músicos, pintores y cineastas como Robert Duncan, Kenneth Rexroth, John Cage, Edgard Varèse, Joseph Cornell, Maya Deren y Marie Menken. Autodefiniéndose como un «joven poeta-con-una-cámara», no tardó en abrirse camino como un cineasta significativo, desarrollando una forma de cine personal y lírico completamente novedosa. En ella empleó técnicas propias de cámara en mano y montaje veloz, sobreimpresiones múltiples, collages, abstracciones fotográficas y elaboradas pinturas directas sobre la superficie de la película. En su afán por representar todo el rango de posibilidades de la visión, el suyo fue, tal como lo describió P. Adams Sitney, uno de los intentos más incondicionales por «llevar la cámara de cine al siglo veinte».
Brakhage se casó con Jane Collom (o Wodening) en 1957, con quien tendría cinco hijos y conviviría hasta su divorcio en 1986 en una relación de profunda colaboración artística en la mayoría de sus proyectos, a menudo apoyados en el registro de su vida cotidiana. En 1989 se casó con Marilyn Jull, con quien tuvo dos hijos, y en 2002 se mudó a Victoria, capital de la isla canadiense de Vancouver. Antes de su muerte en marzo de 2003, Brakhage completó más de 350 películas que van desde el psicodrama de principios de los años cincuenta hasta el lirismo autobiográfico, la épica mitológica, el documento y el poema cinematográfico metafórico. En paralelo a su producción cinematográfica, dictó clases y seminarios en varias universidades de los Estados Unidos y escribió una docena de libros, incluyendo su volumen fundamental de 1963, Metaphors on Vision.
En Yo…. durmiendo, tal vez el menos mediado de sus libros, escrito «a ojos cerrados» en raptos de lucidez entre el sueño y la vigilia, Brakhage ensaya una vez más la puesta en escena de esa figura determinante de su proceso creativo que llamó «la Musa» (y que describiría en más de una ocasión como un cierto «zumbido de la mente»). Para ello, se vale de un empleo del lenguaje abierto de par en par, polisémico pero también intertemporal que funciona como médium entre la realidad y el inconsciente, entre las resonancias biográficas y lo alucinado, con énfasis en todo aquello que se resiste a dejar huellas suficientes. «Y tomo nota, no sin cuidado, de que es el sueño no recordado el mayor sustento», escribe en uno de los tantos paréntesis explicativos que dan vueltas sobre las imágenes residuales de aquello no capturado pero invocado mediante un procedimiento mental que avanza narrativamente entre el tono ensayístico y el flujo de conciencia.
La conciencia alcanza su máxima efusividad durante las primeras horas de la mañana, y de manera muy particular en esos instantes captados con extrema atención en películas como Star Garden (1974) o Duplicity II (1978) en torno a una mesa de desayuno: recurrencia de las situaciones –el comienzo de un nuevo día en la casa familiar de Boulder, los momentos previos a otra jornada doméstica o a la inminente rutina escolar–, recurrencia de las personas –Jane y, sobre todo, las hijas e hijos de la pareja– y recurrencia de los objetos –platos y cubiertos, un tarro de mermelada… Una misma estancia a lo largo de los años que reaparece de una película a otra prácticamente intacta. Gestos como el de untar una tostada, lentos y pausados, aún adormecidos, en los que se siente el paso de cada minuto hasta agotar esa primera hora del día en la que el recuerdo del sueño deja paso a la imaginación y en la que la imagen, por completo residual, se desvanece y se revela como evocación.
Será precisamente allí, en esa suerte de cacería infructuosa de acontecimientos coherentes, donde cobra forma y fuerza la noción de un estilo enriquecido por la inexistencia de referencias claras. Poco importa, en definitiva, si las imágenes provienen de la vida hogareña o si acaso son esencialmente no figurativas. Nada cambia si los sueños aquí reunidos presentan una estructura dramática organizada o si son de una chatura impenetrable. El proyecto de Brakhage, tanto en estas páginas como en el resto de su obra, es uno solo, inmenso: la iluminación del proceso de pensamiento. Se trata de una búsqueda que atraviesa la historia estética de la segunda mitad del siglo veinte (y los albores del veintiuno) como una suerte de río turbulento. Un torrente incansable, tan cambiante como confuso, hecho de una materia oscura capaz de, como decía Walter Benjamin, reflejar los fuegos del mundo en su superficie. Asomarse a él implica, antes que nada, aceptar la paradoja de que las mayores manifestaciones de lo real son a veces las menos cristalinas.