
Puente de Varsovia
Pont de Varsòvia
Paco Guijar, Jordi Dauder, Carme Elías, Ona Planas, Josep Maria Pou, Carles Santos, La Fura dels Baus
- 84 min.
Pont de Varsòvia está datada en 1989, o ano da caída do Muro de Berlín. Se o look predominante en Nocturno 29 era o da alta burguesía sesentista, en Pont de Varsòvia refulxen as imaxes da nova intelectualidade e da amnésica clase política progresista europea. Mais baixo a superficie relucente de eventos socioculturais espectaculares e de vida frívola na Europa feliz, ténsanse as memorias de fracturas e cataclismos persoais e históricos. Filmada coa mesma pulcritude que o cinema comercial coetáneo, Pont de Varsòvia fai estalar o argumento nos mil fragmentos dunha paisaxe europea rota polo retorno da Historia. Non resulta estraño que Godard rubricase dous anos despois un filme irmán, Alemania 90 nueve cero, explicitamente herdeiro do Alemania año cero de Rossellini na posguerra europea de 1947.
- Ano:1989
- Países de produción: España
- Guión: Pere Portabella, Carles Santos, Octavi Pellissa
- Fotografía: Tomás Pladevall
- Produtora(s): Films 59
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Conferencia sobre Pere Portabella
Omar Ardila
Trailer
Sen diálogos
Pont de Varsòvia. El regreso de Pere Portabella
José Enrique Monterde (Dirigido por, número de marzo de 1990)
(…) el autor de Umbracle despliega todas las posibilidades expresivas que los medios actuales -tecnológicos y humanos- ofrecen a alguien que siempre impugnara la concepción contenudista del Cine y que entiende que es en el ámbito de sus posibilidades lingüísticas donde debe jugarse fuerte. Es decir, que no basta con contar una historia convertida en argumento mediante los medios expresivos cinematográficos, sino que permanentemente hay que llevar al límite no sólo esas posibilidades narrativas sino al propio lenguaje fílmico. Y este último debe ser entendido, ante todo, como el lugar de cristalización de otros múltiples lenguajes (musicales, teatrales, plásticos, literarios, etc.), que en plena línea de modernidad deben contener una autorreflexión lo más radical posible.
La diferencia respecto a veinte años atrás estriba en que ahora no basta con atacar los esquemas narrativos y formales predominantes; la fase destructiva debe quedar superada tras la labor liquidadora de gentes como Straub, Duras, Godard, Snow, etc., y debemos entrar en otra fase de síntesis, capaz de asumir no sólo los aspectos más válidos y menos perecederos de esas experiencias límite sino también los del propio cine clásico, en realidad hipotecado por la crisis introducida por los avances tecnológicos y los cambios sociales. De ahí que frente a las opciones de “mínimos” de la antigua vanguardia, frente al rechazo del argumento, de los diálogos bien construidos, de los personajes definidos adecuadamente por la labor de intérpretes profesionales, ahora se deba retornar a ellos sin olvidar, por supuesto, los objetivos esenciales, que se concretan en uno: entender la expresión cinematográfica como un todo, donde la dicotomía forma-contenido resulta absurda y donde la capacidad de expresión estética descansa en esa totalidad.
Así, Portabella se toma sus riesgos: establece un hilo narrativo tan simple –una variante del triángulo entre intelectuales- como para revelarse poco más que pretextual (tal como el intríngulis del submarinista muerto redunda en su obvia arbitrariedad); ofrece claras informaciones sobre el punto de vista del autor respecto a nuestras capas cultas en la primera parte del film o sobre las reflexiones de un profesional de la cultura y la política de nuestros últimos treinta años, pero al mismo tiempo apoya el sentido profundo de todo ello en las exigencias de una bellísima puesta en escena, donde la movilidad de la cámara, la exactitud del encuadre, la adecuación sonora, el trabajo de los intérpretes, la ocurrencia argumental (con la inestimable colaboración de Carles Santos) y el juego con un complejo sistema de referencias culturales (de Ingres a Wagner, pasando por Mies van der Rohe y el pensamiento biológico más actual) se imbrican de tal forma que más allá de ellos –o más acá- no existe significación posible.