La Pointe Courte
Silvia Monfort, Philippe Noiret
- 86 min.
Logo de catro anos de relación, unha parella está a piques de separarse. Na aldea natal do home, unha vila de pescadores chamada La Pointe Courte, preto de Sète, reviven sentimentos e inquedanzas. A primeira longametraxe de Agnès Varda, montada por Alain Resnais e (auto)producida en réxime de cooperativa é un filme libre, cheo de autenticidade -curiosamente preNouvelle Vague- que contén pisadas de Rosselllini.
- Ano:1954
- Países de produción: Francia
- Guión: Agnès Varda
- Fotografía: Louis Stein
- Montaxe: Alain Resnais
- Produtora(s): Ciné-Tamaris
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‘La Pointe Courte’, el descubrimiento de Agnès Varda
Crítica do filme por Eduardo García Escudero para a revista Amberes
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El deslumbrante debut de Agnès Varda
Crítica do filme por Manuel J. Lombardo para El diario de Sevilla
Universo Agnès Varda
Trailer do ciclo
La Pointe Courte: Iniciación en el cine
Inma Merino
Instalada en la rue Daguerre, siendo la fotógrafa oficial del TNP (Théâtre National Populaire) y del Festival de Aviñón dirigidos por Jean Vilar en unos años en que también retrataba a sus vecinos tanto si eran célebres como anónimos, Agnès Varda sintió el deseo de dotar de movimiento a la imagen y de añadirle la palabra. De ahí, sin apenas haber visto películas, quiso hacer cine y se puso a escribir el guion de un film para rodarlo en un barrio de pescadores de Sète, la ciudad donde, en una barcaza, vivió sus años de adolescencia después de que su familia marchase de Bruselas ante la inminente ocupación de Bélgica por parte de la Alemania nazi. Ese barrio se llama La Pointe Courte y da título a la primera película dirigida por Varda, quien, después de trasladarse con su familia a París, no perdió el contacto con Sète y reafirmó para siempre su vínculo con la ciudad y sus habitantes a través del cine. Fundando su propia productora, que hasta el día de hoy mantiene el nombre de Ciné-Tamaris, y financiándose mediante una cooperativa en la que participaron sus dos únicos actores profesionales (Philippe Noiret y Silvia Monfort) y el equipo técnico, la cineasta entonces debutante e inexperimentada hizo que en La Pointe Courte convivan un documento ficcionado sobre la vida de los pescadores del barrio y una dramatización que, con cierto distanciamiento, aborda la relación de una pareja que, como tantas otras del cine de la modernidad, vive un momento de crisis. Teniendo como referente la estructura dual de Las palmeras salvajes, de William Faulkner, el film alterna de una en una las secuencias de los habitantes del barrio con las de esa pareja que vaga con un sentimiento de extrañeza por ese lugar en el cual son introducidos con el pretexto ficcional de que él retorna a sus orígenes. No solo una estructura literaria interviene en ese espacio real, sino que parte de las imágenes de la película remiten a una influencia pictórica (la disposición de los cuerpos, sobre todo de los actores profesionales, en el encuadre, la misma elección de Silvia Monfort por su semejanza con las figuras femeninas pintadas por Piero della Francesca) que se convertirá en una constante en el cine de Varda. De hecho, con sus variaciones en el curso del tiempo relacionadas con la especificidad de cada propuesta, en este primer largometraje ya aparecen las dualidades que caracterizan la filmografía de la cineasta: el documental y la ficción; el registro de la realidad y la puesta en escena, a veces mucha teatralidad; la vida y la representación, la naturalidad y la artificiosidad; la espontaneidad y la elaboración; la atención a lo imprevisto (lo azaroso) en el rodaje y la construcción a través del montaje.
Inma Merino, extractos da publicación que acompaña a edición en BR do 'Universo Agnès Varda' (ed. Avalon, 2024).