La mecánica de los fluidos

Mi deseo inicial era hacer una película sobre la soledad conectada propia del capitalismo digital a través del ejemplo de las aplicaciones de citas. Pero cuando encontré y leí la carta de suicidio de Anathematic, que me conmovió mucho, decidí introducir a los incels como interlocutores. Para mí, ellos encarnan una desolación humana muy oscura, relacionada con la atomización social producida por Internet y las pantallas. Quería explorar sus afectos, que resonaban en mí de una manera inesperada, ya que yo también me encontraba a menudo terriblemente sola detrás de la pantalla de mi teléfono móvil, obsesionada por su ilusión de conectividad y sociabilidad.

Anathematic se convirtió en mi doble negativo. Con él, podía hablar de mí sin hablar de mí. Al igual que él, llevaba años deseando tener pareja, y no lo conseguía. Sin embargo, en lugar de señalar al feminismo como culpable, como hacen los incels, encontré otro culpable: el capitalismo. Hice esta película porque quería decirles a los incels: “Os equivocáis, las culpables son esas malditas aplicaciones, la frivolidad reinante, ¡el hecho de que estemos desencantados!”. Ahora, follar es muy fácil; enamorarse es mucho más complicado.

El relato se fue construyendo de forma orgánica, a medida que encontraba documentos en Internet, investigaba sobre los incels, las aplicaciones de citas y los efectos de los algoritmos en nuestras subjetividades. Tras un largo proceso de investigación, escribí una voz en off que dio una primera estructura a la película, pero la reescribí y reordené en función de los vídeos y el material que iba encontrando poco a poco en Internet.