
La maldición de Frankenstein
The Curse of Frankenstein
Peter Cushing, Hazel Court, Robert Urquhart, Christopher Lee, Melvyn Hayes
- 82 min.
El doctor Victor Frankenstein está obsesionado con dar vida al cadáver de un hombre muerto. Por su ciencia, estará dispuesto a traspasar todos los límites de la moral.
La novela de Mary Shelley había tenido ya otras adaptaciones, pero seguramente nunca antes una tan descarnada como esta. El Frankenstein interpretado por Peter Cushing es una persona retorcida y manipuladora, que no muestra ni la más mínima empatía hacia nada ni nadie; solo da rienda suelta a sus instintos animales y los disfraza de progreso científico, acallando con su fortuna familiar toda posible contraposición moral o ideológica a su pequeño reinado de terror. Terror es el género en el que se adentra la productora Hammer de manera inequívoca con esta cinta tras unos primeros años más dedicada a la ciencia-ficción. El éxito comercial de la película será tal que ésta acabaría siendo el modelo a desarrollar en otros proyectos durante la próxima década, sin que la fórmula diese apenas muestras de cansancio.
El monstruo está interpretado de manera brutal y sin ápice del romanticismo que pudo tener en otras versiones por Christopher Lee. Fue la primera ocasión en la que él y Cushing colaboraban. Juntos formarían la pareja de protagonista-antagonista más célebre de la compañía, siendo las dos principales estrellas en las que la misma asentó durante tanto tiempo su fama.
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Terence Fisher / Christopher Lee: Drácula y otros monstruos
La maldición de Frankenstein
Versión lingüística:VOSEFormato:35mm. -
Terence Fisher / Christopher Lee: Drácula y otros monstruos
La maldición de Frankenstein
Versión lingüística:VOSEFormato:35mm.
- Ano:1957
- Países de producción: Reino Unido
- Guión: Jimmy Sangster (Novela: Mary Shelley)
- Fotografía: Jack Asher
- Montaje: James Needs
- Productora(s): Hammer Productions
Hammer y Frankenstein
Marcia Landy (British Genres. Cinema and Society, 1930-1960, Princeton University Press, pp. 412-414)
La maldición de Frankenstein se basó en la novela de Mary Shelley y no en la película clásica de Hollywood. (...) esas escenas de crueldad seguidas de escenas de comida, que fusionan acontecimientos ordinarios y extraordinarios, son bastante frecuentes en la película y subrayan la íntima relación entre el mundo diurno y el mundo del horror.
La crueldad de Frankenstein sigue aumentando y se refleja en el comportamiento del monstruo. (...)
Una de las principales innovaciones con respecto a la historia original y a la versión de Hollywood es la alteración del temperamento de Frankenstein. Es más frío, más calculador y tiene menos reparos morales. Al igual que Quatermass, Frankenstein está obsesionado con su trabajo y tiene poco espacio en su vida para los sentimientos. Su misoginia ya es evidente en el trato que da a su tía cuando es joven, y se acentúa en sus relaciones adultas con la criada. Tanto en el retrato del joven Frankenstein como en el del adulto hay un elemento de dandismo en su aspecto y de hedonismo en su comportamiento. Sin embargo, sus escarceos con la criada no se trasladan a su relación con Elizabeth, a la que deja sola la noche de bodas para trabajar en su criatura. El monstruo, en lugar de ofrecer un contrapunto a su creador como en la versión hollywoodiense de la historia, es en realidad una extensión de la agresividad y la rabia de Frankenstein. Es, como Dorian Gray, la exteriorización de los deseos del científico. Victor es el depredador que viola a los muertos, explota a las mujeres de la clase obrera y mata para su propio beneficio. (...)
David Pirie ha señalado que «el monstruo de Christopher Lee, que viene al mundo tan abruptamente, al final de la película, e intenta estrangular a su creador nada más nacer, es sin duda el más brutal y depravado de todas las películas de Frankenstein. Sin embargo, Lee se las ingenia para que parezca lamentable y desdichado, por lo que es uno de los pocos actores que han dotado al papel de profundidad y sutileza, a pesar de que las apariciones del monstruo son extremadamente breves». La película se rodó en color, y las escenas de mutilación quedan realzadas por el color rojo sangre. Lo horrible no se insinúa, como en los clásicos anteriores, en los que se deja que el espectador imagine la violencia, sino que se hace explícito. En La maldición de Frankenstein, el espectador observa junto a Frankenstein las consecuencias directas de la crueldad y la depravación. La película confronta al espectador con estas imágenes de violencia, como si quisiera obligarle a reconocer sus propios miedos y propensiones a la crueldad.