Daniel Domínguez en el cine. A propósito del libro "Las costuras del guion"
Del 10 de mayo de 2024 al 14 de junio de 2024
Este ciclo hay que entenderlo como un homenaje a Daniel Domínguez (1955-2020) que se sirve del libro Las costuras del guion. Textos de cine y vida como armazón para proponer una serie de películas sobre las que escribió Domínguez en su blog La escuela de los domingos, a modo de una carta blanca. Además de profesor y escritor, Daniel Domínguez fue un guionista de enorme impacto en el audiovisual gallego, tanto en su labor docente como en la profesional. Por esa razón, el ciclo se complementa con una pequeña selección de estos trabajos para cine y televisión, también con el único cortometraje que dirigiera, Río de sombras (1986).
La edición y selección de textos de Las costuras del guion ha corrido a cargo de Pepe Coira, de ahí que recurramos a sus palabras en la “Nota a la edición” para introducir el libro (y el ciclo):
“El libro que tienes en las manos recoge una selección de los textos que Daniel Domínguez fue publicando en un blog excelente, La escuela de los domingos, entre 2009 y 2020. El nombre del blog remite a las memorias de Fernando Fernán-Gómez, donde habla de las películas como “nuestra escuela de los domingos”. En la elección de ese título, tan exacto y sugerente, algo tendría que ver que Daniel Domínguez era un maestro.
Empezó y concluyó su vida profesional dando clase en una escuela unitaria. Entremedias se dedicó al cine, a esa pasión suya. Fue sobre todo enseñante de guión –sus clases eran memorables; su huella, permanente- y guionista. Escribió películas y series para otros y en contadas ocasiones –véase Río de sombras- para ser él quien las dirigiese.
Lo conocí a raíz del estreno de aquella película, en 1986. Me había encantado Río de sombras, tan ajena al énfasis habitual, al miedo a salirse del canon. Era una película hecha de cosas que importan: atmósfera, voces, deseo, curiosidad… Lo entrevisté para el periódico en el que trabajaba. La primera impresión que me causaron Daniel y Ángeles, que era la productora de la película –“sin ella no existiría”, dijo Daniel-, permanece hasta hoy: aquella pareja con tanto encanto, tan brillante, tan amigable. Marché deseando que hubiera más oportunidades de encontrarnos. Y hubo suerte.
A primeros de los noventa estábamos en Coruña poniendo en marcha la Escola de Imaxe e Son y el Centro Galego de Artes da Imaxe. Entusiasmados por hacer algo nuevo. Allí nos hicimos amigos, en compañía de Manolo González, Carlos Amil, Carlos Oro, Ignacio Pardo o Paco Lodeiro. Era frecuente pasar por el corredor de la escuela y escuchar a Daniel al otro lado de la puerta, hechizando a los alumnos, a los que luego veías salir de clase como el público que sale de una buena película.
Años más tarde pudimos hacer juntos algunas series de televisión de manera continuada. Fue en la productora de La Voz, donde había empezado a trabajar en el desarrollo de nuevos proyectos. ¿A quién confiar la escritura mejor que a él? Colaboramos durante años.
(…) Daniel sabía muy bien lo que hacía. Sentía un profundo respeto por la escritura dramática, cosa no tan frecuente cuando escribes por encargo una serie de televisión. Pero es que no hacía distingos entre lo noble y lo vulgar, o más bien no lo hacía en función de lo que las apariencias puedan dictar. Aplicaba a la escritura la misma empatía que a la relación con los demás. Tenía una ética a la hora de escribir que estaba igualmente presente en su modo de vivir. Escritura y vida iban admirablemente juntas en Daniel, la una se nutría de la otra, indivisibles. Su sabiduría lo llevaba a acercarse a los demás en lugar de alejarlo. Era un buen escritor y un hombre bueno, como su admirado Stevenson.
Terminó aquella etapa de producción continuada de series y las colaboraciones se hicieron más esporádicas, y quizá por eso aun más queridas. Un nuevo proyecto era una oportunidad de verlo más. Aquellos años fueron los de la vida de Daniel a orillas del Atlántico con su siempre compañera, Ángeles. Allí, en Teira, continuó escribiendo cine y televisión, como Os fillos do sol o Gran nord, y aceptando con su habitual discreción que los proyectos cinematográficos más personales y queridos –O Bacelo o Tan poquita cosa, un corazón- no llegasen a producirse; ojalá vean la luz algún día, aun en forma de texto, para dar la medida del cineasta que fue. En esa época, pretendiendo que lo hacía a regañadientes y en realidad volcándose en ello, volvió a dar clase a niños de un pueblo próximo. Y escribió a lo largo de doce años, hasta el último día, La escuela de los domingos. Que es lo que nos trae aquí.
(…) La escuela de los domingos es un formidable conjunto de textos. Es tan amplio y variado que cualquier selección que se haga sabrá a poco, incluida ésta, que titulamos Las costuras del guión por dos razones. Una, por seguir una metáfora recurrente en Daniel, hijo de costurera que veía en el trabajo de la escritura el reflejo –o algo más- de la labor de coser. Y otra, porque quisimos seleccionar aquellos textos que más hablasen del guión y sus circunstancias. Fue un criterio temático como podrían haber sido otros. (En el blog hay piezas magníficas sobre cineastas, escritores, libros y películas o, simplemente, impresiones del caminante que fue Daniel. La buena noticia es que el blog sigue abierto. Este libro es, entre otras cosas, una invitación a sumergirse en él.)
En las páginas que siguen se habla de la naturaleza, las funciones e incluso la inutilidad del guión en según qué cine; de experiencias vividas; de dudas, certezas y algunas preguntas que al guionista le conviene hacerse; y de escritores y films por los que el autor sentía predilección. Es una selección que da idea de lo amplio e intenso de la mirada de Daniel y que acaba derivando, en cierta manera, en un retrato. El autorretrato de un maestro. (...)”
Pepe Coira