Aki Kaurismäki
Del 6 de febrero de 2024 al 27 de abril de 2024
Coincidiendo con el éxito de su última película, Fallen Leaves, la Filmoteca de Galicia, en colaboración con la distribuidora Avalon, le dedica una retrospectiva al cineasta Aki Kaurismäki (Finlandia, 1957) que se extenderá varios meses. Ya entre noviembre de 1999 y enero de 2000, se le había dedicado una primera retrospectiva, en colaboración con el Festival Internacional de Cine de Gijón y la Filmoteca de la Generalitat Valenciana. En aquel momento, Kaurismäki ya había realizado 15 de los veinte largometrajes que cuenta hasta la fecha, además de numerosos cortometrajes. Desde entonces su producción puede que se haya ralentizado, pero no su impacto entre el público, pues es en estos últimos 24 años cuando ha alcanzado sus mayores éxitos: El hombre sin pasado, El Havre y ahora Fallen Leaves.
Con ocasión de aquel primero ciclo se publicó el libro colectivo Emociones de contrabando. El cine de Aki Kaurismäki, en una edición de Carlos F. Heredero. De su introducción, Cuentos de silencio y de melancolía, extractamos estos párrafos singularmente reveladores tanto hoy como hace más de dos décadas:
“Cineasta de vocación nómada y errante, pero con raíces profundamente ancladas en la cultura y el pathos de su Finlandia natal, Aki Kaurismäki recorre una de las trayectorias más singulares y apasionantes de todo el cine contemporáneo. De sus imágenes secas, brutalmente elípticas, preñadas de soledad y melancolía, fuertemente socavadas por un humor disolvente y subterráneo, emerge un discurso que habla del desamparo social y de la derrota individual, del autismo emocional y de la desolación existencial, pero que −lejos de agotarse en estas facetas− viene a proponer en clave estilizada una fructífera relectura de la realidad a la que sus imágenes remiten.
Siendo como es un cineasta preñado de pesimismo, portador de una radiografía feroz, y a veces negrísima, de la sociedad finlandesa en la que arraiga, la obra de Kaurismäki recorre un camino que evoluciona desde la oscuridad más atroz (donde se les niega toda posible salida de futuro a sus personajes) hasta la intuición esperanzada de un horizonte vital que, poco a poco, va dejando atrás las nubes pasajeras y que parece despejarse para sus vulnerables y atribuladas criaturas. Cuentos de silencio y de melancolía, sus películas se abren paso entre el dolor y la angustia hasta convertirse, casi inesperadamente, en fábulas cargadas de amor y de solidaridad hacia sus protagonistas, puesto que −a pesar de su apariencia seca y cortante− su cine dista mucho de ser unidimensional o de expresarse con un registro unívoco y excluyente.
El ‘universo Kaurismäki’ se despliega sobre la pantalla, al menos, en una doble dimensión. En primera instancia, como radiografía metafórica de un mundo abrasado por el desamor, la infelicidad y el aislamiento: un retrato sin piedad y sin concesiones, portador de un discurso profundamente escéptico sobre el presente y nihilista hasta la médula. En segundo término, como lo que Peter von Bagh (el más relevante historiador finlandés y amigo personal del cineasta) ha llamado con palabras bellísimas ‘una enigmática tierra de nadie llena de emoción silenciosa, humorística y profunda’, un territorio imaginario relacionado con esos ‘densos paisajes urbanos de ensueño que Kaurismäki logra crear en sus películas y que, básicamente, carecen de equivalente en la vida real’. Una ensoñadora no man’s land, por lo tanto, de la que se desprende un discurso añorante del pretérito y confiado en el futuro, contagiado por una secreta ternura y por una felicidad apenas intuida, pero irrenunciable.” (Carlos F. Heredero)