Ulises
Ulysse
- 22 min.
En expresión de su directora, el filme interroga a una imagen: una fotografía tomada en mayo de 1954. A orillas del mar una cabra muerta, una joven (Ulysse) y un hombre desnudo. 28 años después la memoria arma un relato lleno de recuerdos, divagaciones y datos posibles sobre aquel momento. Premio César 1984 al mejor corto documental.
- Ano:1982
- Países de producción: Francia
- Guión: Agnès Varda
- Fotografía: Jean-Yves Escoffier, Pascal Rabaud
- Productora(s): Ciné-Tamaris
Ulysse: la exploración de una fotografía
Inma Merino
El cortometraje Ulysse (1982) parte de una fotografía homónima que Varda había realizado 28 años atrás en una playa pedregosa, donde en primer término aparece una cabra muerta y detrás, muy cerca del mar, están un hombre de espaldas mirando al horizonte y, sentado, un niño también desnudo. Se trata de una fotografía de composición: su autora colocó las figuras en el paisaje y encuadró incluyendo a la cabra, una presencia real en la playa que se integra como un enigma inquietante en la imagen. Esta, en relación a las figuras humanas, no captura azarosamente un momento de vida ajena, sino que pone en escena una rêvèrie de Varda. Realizada el 9 de mayo de 1954 en una playa de Saint-Aubin-sur-Mer, población de l’Haute Normandie, la fotografía se titula Ulysse y, aunque también se relacione con el héroe homérico sugerido con la figura masculina de espaldas mirando al mar, se corresponde con el nombre real del niño sentado en la playa, si bien en castellano, Ulises, pues sus padres eran unos alicantinos exiliados en Francia que fueron vecinos de la cineasta en la rue Daguerre. Pasados 28 años, Varda sintió de repente que esa imagen la perseguía hasta el punto de realizar una película que la indaga y que, sin apenas un guion previo, se fue gestando mientras se rodaba y la cineasta apelaba a la memoria de aquellos que, evidentemente a excepción de la cabra muerta, aparecen en la fotografía. El film Ulysse empieza mostrando durante unos segundos la foto homónima antes de que Varda empiece su comentario en off con una evocación simple: “Era un domingo, en la costa, ante el canal de la Mancha”. Así podría comenzar una historia. En cierta manera lo es, pero llena de agujeros. De agujeros de la memoria que hacen que, en lugar de construirse propiamente un relato, se desarrolle una reflexión sobre las imágenes y así, pues, sobre su (in)capacidad evocativa y sobre su diversa potencia significativa, abierta a la subjetividad de quien la mira. También una reflexión sobre la fragilidad de la memoria y, de ahí, sobre la desmemoria, que tanto puede deberse a la incapacidad de recordar como a una voluntad de olvido. Varda se pregunta en el film: “¿Qué tenía en la cabeza hace 25 años cuando instalé a este niño en una playa para que ocupara el centro de una imagen que lleva su nombre?”. No lo sabe. Esta incertidumbre la empuja a la búsqueda sin que consiga aclarar el misterio de esa imagen y del momento vivido”.
Inma Merino, extractos de la publicación que acompaña la edición en BR del 'Universo Agnès Varda' (ed. Avalon, 2024).