La escalera de caracol

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Una ola de crimenes afecta a una población. Todos tienen un elemento común: el asesino selecciona víctimas femeninas con algún problema físico. Una joven muda, Helen, trabaja en una mansión de la localidad cuidando de una mujer anciana e incapacitada, y una noche de tormenta todo el peligro parece girar hacia esta casa. La mirada del asesino está próxima. Lo que podría ser un melodrama victoriano a través de estilizados movementos de cámara deviene en implacable filme de terror gótico, de casa encantada, una adición de horror y suspense, humor y ternura, potencia y sofisticación visual, sobre la inocencia perturbada. Un magnífico elenco (especialmente femenino: Dorothy McGuire, Ethel Barrymore, Elsa Lanchester o Sara Allgood) apoya este filme RKO, nocturno y hecho de sombras, un cuento de expresividad coreográfica con asesino psicópata (una de las formulaciones obsesivas en los títulos de Siodmak en estos años, anticipatoria de tendencias posteriores, como el giallo), en el que también destacan una pletórica banda sonora y la virtuosa -opresiva- ambientación, rápidamente convertida en un enorme éxito.