
La boca abierta
La gueule ouverte
Hubert Deschamps, Nathalie Baye, Philippe Léotard
- 85 min.
La agonía de una mujer de cincuenta años, Monique, gravemente enferma de cáncer y la influencia de este hecho en la vida de su entorno inmediato, el marido y los hijos. Como comenta el escritor cinematográfico Gonzalo de Lucas, la obsesión de Pialat por respetar la realidad de las cosas lo remite a una pureza insólita, que enlaza con el origen del cine mismo, las vistas Lumière como captura en bruto de lo real. Intensa y llena de violencia soterrada, tierna y abrupta, estamos ante una película llena de conversaciones íntimas, reveladoras, de frustraciones, traumas y desarreglos. Como señaló parte de la crítica más aguda, una magistral lectura oscura de Ordet de Dreyer donde el núcleo compositivo visual remite al cuadro pictórico.
- Ano:1974
- Países de producción: Francia
- Guión: Maurice Pialat
- Fotografía: Néstor Almendros
- Montaje: Bernard Dubois, Arlette Langmann
- Productora(s): Lido Films, Films de la Boétie
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Maurice Pialat: la esencia de la realidad
Jorge García (Con los ojos abiertos)
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The Relentless Vision of Maurice Pialat
Adam Bingham (Cineaste) –en inglés–
Trailer de la restauración
Versión original con subtítulos en inglés
Crítica del film
Adrian Martin (de su blog)
Maurice Pialat se pasó la vida (1925-2003) haciendo películas intensas, emocionalmente crudas, imprevisibles, caprichosas, una especie de primo francés de John Cassavetes.
La gueule ouverte es la única película de Pialat cuyo argumento es sencillo y fácil de contar. Una mujer (Monique, interpretada por Monique Mélinand) acude a una revisión médica rutinaria, pero el problema que se descubre provoca su rápido deterioro. Mientras tanto, todos los miembros de la familia que la rodean se desmoronan, llevándolo mal.
El título de la película acota aún más la idea: Monique pasa de ser una persona que camina y habla a una «boca abierta» casi comatosa o catatónica (…) capaz de abrirse solo para recibir comida. Esta es la película en pocas palabras: la devastación de la forma humana, del carácter humano, del ser humano, concentrada en su rasgo más típico e icónicamente humano: el rostro.
Como todas las películas de Pialat, La gueule ouverte es una historia de devastación humana observada de cerca y muy incómoda. Las películas de Pialat se centran casi exclusivamente en el hecho, el proceso, el acontecimiento de la devastación, lenta, gradual e irremediable: la devastación de una relación, un matrimonio, una familia, una comunidad, un modo de vida.
Pialat presenta todo esto en nombre de un sombrío realismo muy suyo, un profundo sentido de que así son las cosas. Cada ancla, cada sistema de apoyo desaparece, uno a uno. Al final, los personajes se quedan solos, despojados, inconsolables, intocables. Pero, ¡qué resistencia apasionada, furiosa, violenta y malhumorada la de Pialat a este hecho de la vida!
Cada personaje de La gueule ouverte, a su manera, se niega a «seguir la corriente» de la devastación irrevocable. Se retiran, se quejan, beben o buscan consuelo sexual en los brazos de otros. Sin embargo, el cine de Pialat no escapa a la devastación.
La forma en que construye sus películas transmite un duro drama del tiempo, un tipo de tiempo decididamente singular y brutalmente lineal: muchas elipsis, pero ningún flashback. En línea recta, como una flecha rota, hacia su objetivo. Y el blanco es siempre algo como la soledad, la muerte o el vacío.
Por el camino, observamos la notable y singular habilidad de Pialat para dirigir actores, para componer encuadres (aquí iluminados y rodados por el gran Néstor Almendros [1930-1992]), para captar todo lo que es incómodo y difícil en las interacciones cotidianas en torno a una mesa de comedor, en un bar o en la cama.
Pialat evita todas las convenciones fáciles y todos los clichés dramáticos: busca una autenticidad que no se parece en nada, finalmente, al cinéma-vérité, sino que esculpe una forma cinematográfica nueva y personal. La manera en que Pialat presenta una casa, una mano, un momento de violencia o de ternura, es indeleblemente suya, y solo suya.
Traducción propia del inglés.