
Gallos de pelea
Cockfighter
Warren Oates, Richard B. Shull, Harry Dean Stanton, Ed Begley Jr., Laurie Bird, Troy Donahue, Millie Perkins, Patricia Pearcy, Steve Railsback
- 83 min.
Frank Mansfield, un criador de gallos de pelea que juró silencio tras perder una apuesta, busca reconquistar el título de ‘Gallero del Año’ en el crudo mundo de las peleas de gallos del sur de EE.UU. Tras perderlo todo, entrena nuevos gallos con obsesión y enfrenta a su rival Jack Burke, mientras intenta reconciliarse con su novia Mary Elizabeth, quien rechaza su vida.
- Ano:1974
- Países de producción: Estados Unidos
- Guión: Charles Willeford, baseado na súa novela Cockfighter
- Fotografía: Néstor Almendros
- Montaje: Lewis Teague
- Productora(s): New World Pictures
Los cilindros susurran mi nombre
Kent Jones, en ‘The Last Great American Picture Show: New Hollywood Cinema in the 1970s’ (Amsterdam University Press, 2004)
La historia se aleja de muchas normas a la vez: de la decencia (el tema), de la moralidad (nadie obtiene su merecido por entregarse a los males de las peleas de gallos) y de la narración y la interpretación cinematográfica (el protagonista no habla). Y lo que resulta tan sorprendente del enfoque de Hellman es su sensación de familiaridad. Parece que nos iluminen todas las escenas, con delicadeza y un apropiadamente despreocupado estilo sureño. (...)
Las secuencias de las peleas de gallos son reuniones improvisadas pero fuertemente ritualizadas. Es fácil imaginar a otro director cortando a primeros planos de brutos sedientos de sangre tragando cerveza mientras echan pestes de aves desprevenidas. En este caso, la multitud está animada, pero es respetuosa: participa en una tradición que se remonta a tiempos inmemoriales. No hay sed de sangre, pero sí un estricto conjunto de normas y códigos de conducta. «Fuimos a Georgia y empezamos a vivir en ese mundo, que es una parte muy importante de la vida allí, sobre todo la subcultura [de las peleas de gallos]. Me encantó la gente y, a medida que me fui adentrando en ella, fui haciendo una película sobre ellos y sobre su vida. Ese aspecto me gusta mucho. El aspecto documental me atrae».
Hellman muestra en Cockfighter una calidez que no abunda en sus otras obras. Puede que se trate de «gente espantosa» (una descripción espantosa de la guía cinematográfica de Leslie Halliwell) por el deporte que practican, pero se comportan con caballerosa cortesía y buen humor comunitario. Ésta es la más rosselliniana de las películas de Hellman, en el sentido en que muestra el desesperado impulso competitivo de la gente sin dramatizarlo (…).
Cuando Hellman corta a las propias aves en rápidos flashes, el efecto es sorprendente: en manos del director de fotografía Nestor Almendros, se convierten en brillantes estallidos de action painting. Los gallos de pelea no son símbolos, sino extensiones, facilitadores: las aves están inmersas en una lucha por sobrevivir que la gente disfruta a un nivel vicario filtrado por las reglas, la ceremonia y el decoro. De un modo extraño, las peleas de gallos imbuyen a esta gente de dignidad más que de fealdad: su marco de experiencia es pequeño y circunscrito, sus deseos están tan ritualizados que es como si su existencia dependiera del marco de ganar y perder para tener sentido.
Traducción propia del inglés.