La mujer crucificada
噂の女
Kinuyo Tanaka, Tomoemon Otami, Yoshiko Kuga, Eitarô Shindô, Chieko Naniwa, Bontarô Miake, Haruo Tanaka, Hisao Toake, Michiko Ai, Sachiko Mine
- 82 minutos
Yukiko, una joven estudiante de música, y su madre Hatsuko, gerente de un burdel, se enamoran del mismo hombre, convirtiéndose así en rivales.
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Kenji Mizoguchi
La mujer crucificada
Versión lingüística:VOSGFormato:35mm.Proxección previa da serie O Carrabouxo (Lhosca Arias, 1998), capítulos XIII-XVI.
- Ano:1954
- Países de producción: Japón
- Guión: Yoshikata Yoda, Masashige Narusawa
- Fotografía: Kazuo Miyagawa
- Montaje: Kanji Suganuma
- Productora(s): Daiei
Un paseo por los bosques narrativos del cine de Mizoguchi
Àngel Quintana
Uno de los estilemas que determinan la estructuración de algunos relatos de Mizoguchi es la dualidad, entendida como la confrontación de fuerzas entre dos personajes. Algunas películas centran su núcleo dramático alrededor de personajes principales, uno de los cuales se presenta como un estadio avanzado de una determinada forma evolutiva hacia la que tiende el segundo personaje. Esta dualidad permite focalizar la narración hacia dos direcciones que esporádicamente se cruzan. Uno de los títulos donde el juego de la dualidad se expone con más lucidez es La mujer crucificada / Una mujer de la que se habla (1954). El relato se centra alrededor de dos personajes femeninos, Hatsuko, que actúa como propietaria de una casa de geishas, sobre todo después de que su amante la abandone poco tiempo después de conocer sus orígenes. Toda la película se articula entre la tensión existente entre Hatsuko y Yukiko. Sus intereses convergen en el epicentro del relato, en el momento en que ambas acaban enamoradas de un mismo hombre: un joven doctor. Al final, la madre debe ceder terreno a la hija, que acaba ocupando el puesto de propietaria del prostíbulo. Yukiko ha suplantado el rol y la situación de poder de Hatsuko. El mismo choque de dualidades dentro del universo de las geishas rige el desarrollo dramático de Los músicos de Gion (1953), cuyo epicentro es la historia de una geisha que introduce a una joven en los hábitos del oficio, hasta el momento en que ésta toma conciencia de su posición y se rebela contra el mundo cerrado en que vive.
La dualidad no sólo se manifiesta como un juego de fuerzas dirigido hacia la usurpación de unos determinados roles, ya que puede adquirir una dimensión psíquica a partir de la confrontación entre el mundo de los ideales y el de las apariencias. En Señorita Oyu, la dualidad femenina marca el destino del personaje central que se debate entre la mujer central inaccesible y la mujer corpórea hacia la que ha estado destinada. Mizoguchi contrapone la personalidad de Oshizu, una esposa resignada, a la de Oyu, una mujer deseada con la que no puede casarse debido a su condición de viuda con un hijo. La suplantación de lo sexual frente a lo social marca la dicotomía interna de la película. (…) La dualidad entre dos mujeres se halla impregnada de una cierta espiritualidad en La emperatriz Yang Kwei-Fei, donde la joven encargada de la limpieza del mundo de la corte suplanta a la princesa muerta hasta el punto que el emperador Hsuan Tsuang llega a amarla como auténtica reencarnación de la ausente. El peso del doble se proyecta en el interior de un personaje incapaz de distinguir entre el mundo de los muertos y el de sus reflejos.
Àngel Quintana, en “Un paseo por los bosques narrativos del cine de Mizoguchi”, Nosferatu. Revista de Cine, num. 29, enero 1999.