Les hautes solitudes
Les hautes solitudes
Jean Seberg, Nico, Tina Aumont, Laurent Terzieff
- 80
Retrato de la actriz Jean Seberg en su apartamento de París, levemente inspirado en El Anticristo de Friedrich Nietzsche.
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Agradecimientos: Cineinfinito.
- Ano:1974
- Países de producción: Francia
- Guión: Philippe Garrel
- Fotografía: Philippe Garrel
- Montaje: Philippe Garrel
Philippe Garrel par Thierry Jousse - Blow up - ARTE
El realizador Thierry Jousse da su visión personal del cine de Philippe Garrel en el programa del canal ARTE Blow Up.
Philippe Garrel en substance
Philippe Azoury
“Esa aura completamente fantasmal, ese allure generalmente encantado, ¿se lo debemos por completo a esa película caducada de doce años, que le aporta a la imagen efectos tamizados, una granulación, una violencia en sus blancos y en la debilidad de las sombras, todo un claroscuro de la caducidad? No, eso no sería suficiente. Se trata del conjunto, en su arquitectura global, que nos deja pensativos.
Les hautes solitudes, por ejemplo. Su título lo toma en parte prestado de una colección de poemas de Léon-Paul Farge (que nombró en singular: Haute solitude) y designa el fondo mismo del proyecto: no solo filmar lo que deseamos, sino entrar en el rostro de una mujer como quien entra en sus sueños. Y no buscar nada más que captar ese eco del silencio interior tal como emerge a la superficie del rostro.
Fijar el aislamiento de una chica mediante la duración. La chica es Jean Seberg, la Juana de Arco hollywoodiense y heroína de la Nouvelle Vague en Al final de la escapada, con su camiseta del Herald Tribune y su pantalón corsario, cansada del estrellato, exiliada por tanto en París para hacer olvidar por los pelos su compromiso con las Panteras Negras, juzgado como escandaloso por la América bien pensante. A esta exiliada interior, Garrel irá a filmarla cada día – como un pintor frente a su modelo. (…)
Todo esto sin una palabra, sin una explicación. Simplemente creando un vínculo de forma arbitraria, tomando el esbozo como dibujo final y percibiendo que es mejor así, cuando las cosas respiran y existen una al lado de la otra, unidas simplemente por el hecho de que cada una de sus secuencias haya sido filmada en una intimidad absoluta, con la misma improvisación, con la misma petición de abandono. Se habrá así extraído de esta relación entre el que filma y la observada un dispositivo secreto que quita al cine toda su grasa para quedarse solo con la peligrosa fascinación. La mano no tiembla, ella pone el carboncillo”.
En Philippe Garrel en substance, de Philippe Azoury (Capricci, 2013), pp. 57-59.