La noche de los muertos vivientes
Night of the Living Dead
Judith O' Dea, Duane Jones, Marilyn Eastman, Karl Hardman, Judith Ridley, Keith Wayne, Kyra Schon, Russell Streiner, S. William Hinzman, George Kosana, George A. Romero
- 96 minutos
Barbara es atacada por un muerto viviente en un cementerio de Pennsylvania. Huye y se refugia en una granja, donde junto con otras personas en su misma situación, crearán barricadas para defenderse de los zombis.
Uno de los cúlmenes del género, influencia para las generaciones de cineastas posteriores que lo practicarían, explotó la trama para criticar la guerra de Vietnam, en ese 68 que tan turbulento fue en el ámbito político.
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La noche de los muertos vivientes
Sesión del 50º aniversario. El filme se estrenó en octubre de 1968.
- Ano:1968
- Países de producción: Estados Unidos
- Guión: John A. Russo, George A. Romero
- Fotografía: George A. Romero
- Montaje: George A. Romero
- Productora(s): Image Ten, Laurel Group, Market Square Productions, Off Color Films
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'Vienen a por ti, Barbara': cómo George A. Romero cambió el cine de terror para siempre.
Por John Tones (Espinof)
Entrevista a George A. Romero
Parte del documental Zombiemania
La noche de los muertos vivientes
José Luis Ortega Torres (Cinefagia)
Evidentemente, antes de los filmes zombie de George A. Romero, la figura del muerto que camina ya había sido tratada en la pantalla. Excelentes clásicos como White Zombie de Victor Halperin -considerado formalmente como el primer filme donde se hace referencia directa a la zombificación– y por supuesto, I Walked With a Zombie, obra maestra de Jacques Tourneur, eran conocidos en prácticamente todo el mundo. A partir de esos filmes el zombie se unió a la galería de monstruos clásicos del género de terror, aunque siempre haciendo alusión a la brujería, principalmente al vudú, para lograr que un hombre pierda su voluntad al grado de parecer muertos ambulantes, aunque sin llegar a serlo.
En 1968 Romero nos da una muestra completamente opuesta a la visión del zombie vía sobrenatural. Tanto en La noche de los muertos vivientes como en sus secuelas no existe ningún elemento que suponga siquiera el uso de hechizos o brebajes propios de la brujería y el vudú. “La monstruosidad ya no es más una cuestión de alteridad mitológica, sino que penetra en la vida cotidiana, se encarna en nosotros mismos y en nuestros vecinos de casa”. [1]
Con estas palabras el teórico italiano Renato Venturelli describe a la perfección el estilo en que Romero inscribe su filme. De terror, sí, pero con una increíble dosis de crítica social y nada de sobrenatural. Su influencia es además innegable, tanto que una copia de La noche de los muertos vivientes pertenece a la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Mucho también se ha escrito sobre las fuentes que inspiraron al zombi romeriano, pero el más claro precedente es la novela I’m Legend de Richard Matheson, así como su primera adaptación cinematográfica, L’ultimo uomo della terra (El último hombre sobre la tierra, 1961), coproducción ítalo-estadounidense de Ubaldo Ragona, protagonizada por el grandioso Vincent Price, quien interpreta al “último humano vivo en la tierra después de que el resto de los sobrevivientes de una desconocida plaga se han transformado en unas criaturas similares a vampiros” [2] … mutantes que acosan la guarida donde voluntariamente se ha replegado a resistir la amenaza y conservar así su humanidad.
De esta película Romero acepta haber tomado uno de los elementos básicos para la estructura de su cinta: la claustrofobia. Al haber creado un ambiente encerrado, logra sumergir al espectador en la misma angustia en que se encuentran los protagonistas, quienes únicamente se enteran de lo que sucede en el exterior por medio de la radio y la televisión que encuentran en su refugio, de ahí que ese mismo terror también lo sufre el público. Así lo define Venturelli en el artículo citado. “El público (…) vive la desesperada tentativa de supervivencia de los protagonistas (…) en perspectiva subjetiva, mientras la cámara no aparta la mirada ni en las escenas de canibalismo, registrando todo el horror”. [3]
[...] El terror y la claustrofobia se respiran a cada minuto. La desesperación y la codependencia de la pareja de jóvenes novios se hace más que evidente. Ella no puede estar sin él y prefiere morir a su lado. El sueño de libertad juvenil impuesto en ese mítico 68 queda dinamitado, al igual que la camioneta en que ambos viajan. En tanto que las generaciones más pequeñas, representadas por Karen, engullen -literalmente- a las viejas normas y frustraciones. Los demonios interiores de los padres son pecados que a los hijos no deben ni tienen por qué afectarles, y que, de hecho, ni siquiera les importan. [...]
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1. Dirigido, núm. 290, mayo 2000, p.p. 66 – 67. España
2. McAsh, Iain F. The Films of Vincent Price, p.p. 17 – 18
3. Dirigido, op.cit