Historia de una hierba errante
Ukikusa monogatari / 浮草物語
Takeshi Sakamoto, Chouko Iida, Koji Mitsui, Yoshiko Tsubouchi
- 86 min.
Una compañía itinerante de teatro kabuki llega a un pequeño pueblo para representar allí durante una temporada. El director visita en la población a una vieja amante, con la que tuvo un hijo que ya es adolescente y que ha estado ayudando a mantener todo este tiempo. Cuando su actual pareja, una de sus actrices, lo descubre, no duda en empujar a una de sus partenaires más jóvenes a que seduzca al chico, temiendo quedarse sin su hombre y sin trabajo.
Aunque Ozu lo negaba, aludiendo a que el tono y contexto eran otros, es común entre la crítica considerar que esta cinta se trata de la segunda en el ciclo de Hikoshi, así llamado porque el actor Takeshi Sakamoto da vida a personajes con este nombre. Esto acontecería más tarde también con Setsuko Hara y sus Noriko.
La primera vez que aparece un Hikoshi es en Dekigokoro. Esta cinta y Ukikusa monogatari comparten el retrato de un padre que no cumple con sus deberes para con el hijo. Son también ambas personas despreocupadas, de buen carácter y dadas a la fiesta, la bebida y las mujeres. Y, de maneras distintas, “hierbas errantes”. Con todo, hay una gran diferencia con el padre que es actor de teatro. Si bien está ausente por su profesión, siempre visita al hijo cuando para por el pueblo e intenta pasar con él todo el tiempo que puede. El chico le tiene gran afecto, pero, sin conocer la verdad, lo trata de “tío”.
Ozu muestra con mucho detalle la vida empobrecida que llevan los que se dedican a estos espectáculos itinerantes, sustentando poderosamente los motivos del padre para negarle al hijo la verdad. Solo quiere lo mejor para él, en una posición que roza el autodesprecio.
Llama poderosamente la atención que el cineasta ruede en exteriores, pues detestaba hacerlo por las condiciones de imprevisibilidad que esto supone. También se encontraba incómodo siendo exigente con los actores ante las personas que se agolpaban en los rodajes de este estilo, pues las visitas de equipos de filmación a pequeños pueblos eran todo un acontecimiento en la época y movilizaban a personas de toda la región, que se acercaban a admirar las estrellas de sus filmes favoritos.
Pero Ozu sabía que la historia lo requería. Debía mostrar un Japón tradicional en descomposición y eso no lo iba a encontrar en Tokio. El resultado es bellísimo, con composiciones muy medidas en sets naturales que funcionan con la misma precisión que las interiores.
Como curiosidad, Ozu decidió mostrar por vez primera los créditos sobre un paño de lino, lo que se convertiría en una constante.
- Ano:1934
- Países de producción: Japón
- Guión: Takao Ikeda, Yasujirô Ozu
- Fotografía: Hideo Shigehara
- Montaje: Hideo Shigehara
- Productora(s): Shōchiku
El viaje de los comediantes
Antonio Santos
He aquí la segunda entrega de la serie Kihachi. Aunque de nuevo aparece un personaje con este nombre, y una vez más interpretado por Takeshi Sakamoto, se trata de un individuo interpretado muy distinto del que conocimos en Dekigokoro. (...) Con frecuencia se ha advertido que Ozu se inspiró en una película americana The Barker (George Fitzmaurice, 1928, protagonizada por Douglas Fairbanks y Milton Sills). (...) Debe recordarse que Fitzmaurice filmó el Kick In que ya había inspirado Zange no yaiba, la opera prima de Ozu, hoy perdida.
Nuestro director parte esta vez de fuentes dispares. Sabemos que sentía mucha admiración por King Vidor, cuyo Campeón habia dejado huella en su Corazón vagabundo, mientras que en la presente película se han reconocido los influjos de The Stranger's Return (1933). Pero, además, el conflicto entre el padre y el hijo proviene de la novela de Kan Kikuchi Chichi kaeru (El regreso del padre). (...)
Sabemos que la versión original de esta Ukigusa monogatari incluía una canción, titulada Shiguretabi (El viaje bajo la lluvia), que se interpretaba en la escena de la lluvia en el camerino. Sin duda, se incluyó dicha canción con fines estrictamente comerciales; pero debemos valorarlo como uno de los primeros y tímidos coqueteos de Ozu con el sonido. (...)
Según consta en las crónicas, Ozu mostraba interés en rodar lejos de la metrópoli en la que se ambientaban todas sus historias. Además, pretendía situar la acción en un entorno rural, apartado, donde aún se preservase la tradición, y donde la gente aún vistiese como en tiempos pretéritos. De este modo, tanto esta película como su versión en color de 1959 comparten una peculiaridad poco frecuente en el cine de Ozu: su ambientación en un entorno rural. Otras obras discurren entre el pueblo y la ciudad; pero las historias de hierbas flotantes transcurren exclusivamente en pueblos remotos, alejados de la vida moderna, donde el tiempo avanza con mayor lentitud. Incluso los recursos de Ozu se dejan impregnar de dicha intemporalidad; el director se torna más pictoricista y menos explorador que en ocasiones anteriores.
(...) Al igual que en la película precedente, también esta vez se desarrolla una acción principal referida a un padre irresponsable y su relación con el hijo. Pero, asimismo, ambas comparten la coralidad que enriquece el relato. En efecto, los distintos personajes de las dos pequeñas comunidades —actores y campesinos– son el contrapunto que sostiene y complementa la acción principal. Como asimismo sucedía en Corazón vagabundo, e incluso en Amad a la madre, son frecuentes los cruces entre el mundo cotidiano y el escénico. El efecto cobra su verdadera dimensión en esta pelicula, protagonizada además por actores ambulantes. Los personajes, de hecho, desempeñan sus actividades cotidianas junto a los decorados y los pertrechos propios de la farsa.
En Yasujirô Ozu, de Antonio Santos (ed. Cátedra, 2005).