
Hija del volcán
Jenifer de la Rosa Martín, Dorián Tapazco Téllez, Ángela Johana Rendón, Francisco González, Paola Silva Rendón, Dayan Silva Rendón, José María de la Rosa Negro, Juli Martín Rodríguez
- 109 min.
A los treinta, Jenifer comienza a indagar sobre sus orígenes, consciente únicamente de que su adopción en España está relacionada con la tragedia de Armero, provocada por el volcán Nevado del Ruiz en Colombia, y de que existe la posibilidad de que su madre todavía esté viva. Con estas pistas, inicia una investigación que la lleva a su país natal, donde conoce a diferentes personas que le ayudan a descifrar su pasado. Su viaje culmina cuando, por casualidad, conoce a alguien que cambia su realidad para siempre.
- Ano:2024
- Países de producción: España, México
- Guión: Jenifer de la Rosa Martín
- Fotografía: Andrés Campos Sánchez
- Montaje: Juan Barreno, Carlos Cañas Carreira
- Productora(s): Auna Producciones, Mayéutica Producciones, Solita Films, Cebolla Films
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Crítica del filme
Felipe Gómez Pinto (Caimán. Cuadernos de cine)
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'Hija del volcán', la búsqueda de una madre y una identidad para los bebés adoptados de la tragedia de Armero
Mika Cilindro (El cine en la SER)
Entrevista con Jenifer de la Rosa, directora de ‘Hija del volcán’, en la 69ª Seminci
Janina Pérez Arias (Kinótico)
Motivación de la directora
Jenifer de la Rosa Martín
Hija del volcán explora mi propia búsqueda de orígenes como persona adoptada que nació en el Sur Global, Colombia, y que con un año y medio de edad fue traída a Valladolid, España, lo que me hace ser migrante forzosa. A esa corta edad, ya había pasado por varias casas de acogida con varias posibles mamás que quisieron adoptarme. Madres a las que sin embargo, las instituciones les negaron poder serlo, ya que habían decidido encontrar a mi familia definitiva en Europa.
Desde mi más tierna infancia he pasado mucho tiempo imaginando cómo serían mis antepasados para así comprender por qué mi nariz es más pequeña, mis ojos más rasgados o mi piel más amarilla que la de mi familia y amistades.
Me convertí en adulta y en vez de tener más respuestas, crecieron las dudas. Quería conocer el contexto en el que mi madre me dio a luz, cuál fue su realidad. Lo necesitaba como mujer y como hija, necesitaba una narrativa que diera respuesta a las preguntas más básicas de la vida: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, para poder construir mi historia de vida. Investigué, me di cuenta de que mi caso no era único, y que era una representación de una realidad que vivimos las personas adoptadas y familias.
Todas las personas tenemos derecho a conocer sobre nuestros orígenes, pero se vulnera una y otra vez porque se legisló pensando en el presente y no el futuro de esos bebés y menores de edad, y su complicado acceso que nos acompaña a la diáspora de personas adoptadas en el mundo. Encontré una hermana a la que le parece que el desarraigo es un mal menor habiendo podido formarme, tener una familia que me apoya y hasta hacer una película.
Soy consciente de mis privilegios y de que sin el apoyo de las psicólogas que han pasado por mi vida, podría haber sido una de esas tantas personas adoptadas que no han podido resolver sus problemas de desarraigo, identidad y pertenencia. El amor no todo lo cura. La salud mental es un tema clave de nuestra realidad, y a la hora de aceptar nuestro pasado y a las personas que lo componen, y por eso también decidí explicitarlo en el filme.
Ocho años para concluir un viaje vital en el que me han acompañado un centenar de personas, porque el cine es colectivo, que deseo compartir con personas adoptadas, familias y la sociedad para generar una conversación que considero imprescindible.