Había un padre
Chichi Ariki / 父ありき
Mitsuko Mito, Chishū Ryū, Shin Saburi
- 87 min.
El Sr. Horikawa, viudo, cuida de su hijo Ryohei y es profesor de secundaria. En un viaje escolar al lago Hakone, uno de sus alumnos fallece en un accidente. Sintiéndose responsable por lo sucedido, deja la enseñanza y se refugia con su niño en su pueblo natal. Incapaz de encontrar allí un trabajo que le dé suficiente dinero para pagar la educación del chico, decide ir a Tokio y lo deja en un internado.
Seguramente se trate de uno de los filmes más intimistas de toda la carrera de Ozu, una destacable pieza de cámara centrada en la relación entre un hombre consumido por el deber y un hijo al que le cuesta asumir la distancia que le impone el padre. Las palabras del Sr. Horikawa en su lecho de muerte, “hice todo lo que estaba en mis manos, estoy feliz”, resumen perfectamente el concepto asceta del trabajo diario como antídoto ante esa aflicción tan melancólica cómo cariñosa que define el carácter japonés. No en vano se refugia en un templo budista con un amigo monje cuando la tragedia pone patas arriba su vida y necesita un momento para reflexionar. Su objetivo siempre acaba por ser la correcta educación del hijo, incluso cuando esto le suponga grandes sacrificios personales. Cuando Ryohei, años más tarde, es él mismo profesor y está considerando dejar su clase para ir a vivir con un padre que necesita sus atenciones, la respuesta del Sr. Horikawa es que tiene un deber superior con esos alumnos y que todos confían en él para “dar forma” a su carácter.
Esta idea del deber resulta ambivalente en el film. Ozu no juzga a sus personajes, ofreciendo un retrato justo tanto del hijo como del padre, que obviamente no comparten los mismos valores con respeto del equilibrio entre el apego y la responsabilidad que rige sus vidas, conformando la pareja una suerte de yin-yang indisociable.
En esta época Ozu dejaría atrás los fundidos que se encontraban en buena parte de su etapa muda y apostaría de forma clara por el corte directo entre escenas. Aquí hay elipses muy radicales, solo reconocibles mediante la contemplación de ciertos detalles en las escenas y con los diálogos que las acompañan. La cinta, muy pausada, podría decirse que incluso meditativa, está llena de pequeños y delicados simbolismos. No por nada se abre con dos personas cargando fardos sobre un puente y se cierra con ese mismo fardo transportado en un tren con incierto destino. La vida está llena de fardos, cada uno carga con el suyo. Ozu muestra aquí una manera de sobrellevarlos.
- Ano:1942
- Países de producción: Japón
- Guión: Tadao Ikeda, Yasujirô Ozu, Takao Anai
- Fotografía: Yuuharu Atsuta
- Montaje: Yoshiyasu Hamamura
- Productora(s): Shōchiku
-
'Había un Padre', la grandeza de la sencillez
Recensión no sitio web Espinof, por Alberto Abuín
Cosas en las que creo
Diálogo entre Yasujirô Ozu y Kozo Ueno
Respecto al equipo, como usted sabe, desde que soy director de cine he trabajado siempre con el operador Hideo Shigehara, que ahora está inmerso en su sistema sonoro Mohara. El actual operador Yuharu Atsuta, por su parte, fue antes asistente de Shigehara; hace ya quince o dieciséis años que trabajamos juntos. Nos entendemos de maravilla. Yo quiero trabajar con personas con las que me entienda de modo espontáneo, sin reservas. Respecto a los actores, después de trabajar con ellos una vez siempre quiero trabajar con ellos la próxima.
Por ejemplo, Ryu, el protagonista de Había un padre. Le conozco desde hace ya catorce o quince años. Así, más que llamar cada vez a un actor que puede ser muy bueno, claro, pero al que yo no conozco, prefiero un actor que tal vez no sea tan bueno pero al que conozco bien. Puede que sea por esta preferencia mía, por la que tiendo a trabajar siempre con personas con las que me siento a gusto, por lo que mis películas dan la impresión de ser siempre la misma.
(…) Hermanos y hermanas de la familia Toda, como historia, es un melodrama, pero yo intenté hacer una puesta en escena lo más distante posible, evitando cualquier concesión a la intensidad. Y le diré que estoy bastante satisfecho con el resultado. En Había un padre sucede lo contrario: la historia se desarrolla muy despacio y los elementos dramáticos son escasos. Por eso, al contrario que en Hermanos y hermanas de la familia Toda, quise rodarla como si fuera un melodrama. Hasta que la vi montada no me di cuenta, pero era totalmente distinta a como la había planeado.
Si un tema no es dramático por naturaleza, aunque se ponga en escena de la forma más dramática posible, no funciona.
Extractos de la entrevista con Kozo Ueno en La poética de lo cotidiano. Escritos sobre cine, de Yasujirô Ozu (ed. Gallo Nero, 2017). Originalmente publicada en Nihon Eiga, junio de 1942.