Flores de equinoccio
Higanbana / 彼岸花
Shin Saburi, Kinuyo Tanaka, Ineko Arima, Yoshiko Kuga
- 118 min.
Wataru Hirayama es un rico hombre de negocios de Tokio muy respetado entre sus familiares y amigos por su serenidad y sus siempre acertados consejos. Un antiguo compañero de escuela le pide que interceda para que su hija, que se ha fugado con un joven a quien él no acepta, vuelva a casa. Wataru decide hablar con la chica, pero ha de afrontar una situación imprevista cuando un joven le pide la mano de su hija mayor, Setsuko. A Wataru le disgusta que, sin haber hablado antes con él para saber su opinión, Setsuko haya planeado casarse.
- Ano:1958
- Países de producción: Japón
- Guión: Kôgo Noda, Yasujirô Ozu (Novela: Ton Satomi)
- Fotografía: Yûharu Atsuta
- Montaje: Yoshiyasu Hamamura
- Productora(s): Shochiku
Flores de equinoccio
Aliza Ma
Yasujirô Ozu fue un maestro a la hora de destilar el patetismo de los momentos pasajeros, aunque nunca estuvo totalmente al día con los tiempos. Realizó su primera película en color, Flores de equinoccio, en 1958, casi una década después de que la industria cinematográfica japonesa hubiera adoptado una gama de nuevas posibilidades cromáticas, abiertas por la llegada de las tecnologías de procesamiento de películas en color. (Por otra parte, nunca se desvió de su cuadro preferido de 1:33:1, incluso cuando Japón empezó a favorecer relaciones de aspecto más anchas). La espera mereció la pena. Este drama familiar moderno (shomin-geki) lleva su distintivo abanico de temas y preocupaciones a un revelador y elevado registro de expresión, con una exuberancia que roza lo sirkiano.
(…) Para cualquiera que haya conocido la obra de Ozu a través de obras maestras en blanco y negro como Cuentos de Tokio y Primavera tardía, las películas suyas que suelen recibir más atención crítica, la visión de los mundos domésticos del director saturados de color parece una epifanía. En sus encuadres perfectamente compuestos, utiliza el color para significar códigos y actitudes cambiantes, prestando especial atención a los llamativos tonos de rojo – visibles en el forro de un kimono, en una tetera lacada, en el pintalabios de las jóvenes y en los letreros de neón de las calles de Ginza – para transmitir valores tanto tradicionales como modernistas. Los rasgos distintivos de su conocido estilo visual, como sus "planos almohada" – escenas cotidianas que se prolongan un instante más de lo esperado –, resultan aún más silenciosamente sobrecogedores que en monocromo.
(…) El gran crítico Robin Wood observó que los matrimonios en las películas de Ozu son como la muerte, tanto en su prefiguración de la muerte de los padres como en su destrucción de la identidad personal, especialmente para las mujeres en el Japón de posguerra. Pero en Flores de equinoccio, el matrimonio no impide que los personajes femeninos accedan a una fuente secreta de poder, como demuestran los ojos centelleantes y la enigmática sonrisa de Kiyoko mientras se dedica obedientemente a sus tareas. Al final, las mujeres de la vida de Wataru le dan mil vueltas y su testarudez se debilita. Quizás el poder que encuentran es algo parecido a la paciencia, una de las mayores virtudes de Ozu. Si esperas lo suficiente, siempre existe la posibilidad de que lo bueno vuelva.
Aliza Ma, directora de programación de Criterion Channel (extraído de su web, traducción propia del inglés)