
El rostro
Ansiktet
Max von Sydow, Ingrid Thulin, Gunnar Björnstrand, Åke Fridell, Naima Wifstrand, Bibi Andersson
- 101 minutos
Un vehículo entre la niebla en la Suecia de mediados del siglo XIX. En él viajan el mago e hipnotizador Vogler, su mujer y ayudante y una anciana curandera. Al ser blanco de las críticas del doctor Vergerus en uno de los pueblos en los que paran, esta compañía de artistas ambulantes se ve obligada a defender su honor en una representación.
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Crítica de la edición en blu-ray de Criterion
por David Blakeslee
Escena del filme
Subtitulada en portugués
Images: My Life in Film
Ingmar Bergman
Dirigí obras en escena en el Teatro de la Ciudad de Malmö entre 1952 hasta inicios de 1959. Consecuentemente, El rostro, nacido en el verano de 1958, refleja mis vivencias de ese tiempo [...]. En comparación, teníamos una relación destacablemente pálida con los habitantes de la ciudad y muy poco contacto con gente de fuera. Cuando era el director gerente del teatro en Helsingborg, las cosas eran bien distintas. La gente de Helsingborg pensaba que era muy divertido que actores visitasen la ciudad [...]. Nos invitaban a castillos y mansiones si cantábamos, leíamos o actuábamos para ellos. Nos sentíamos enredados y totalmente involucrados en la vida de la ciudad. La hospitalidad y el ambiente eran magníficos. Malmö, sin embargo, era una ciudad diferente [...], la gente mostraba un interés amistoso por lo que hacíamos, pero nos relacionábamos solo entre nosotros la mayor parte del tiempo.
El público para el que actuábamos pero con el que no pasábamos tiempo está representado en El rostro por la familia del cónsul Egerman. El cónsul es un amigable y tenaz entusiasta que desea mantener las distancias y formular reglas y que, por motivos comprensibles, siente pánico cuando descubre que su mujer se relaciona con la chusma. En el mundo del teatro sufrimos habitualmente de la ilusión de que somos atractivos mientras permanezcamos enmascarados. El público piensa que nos ama cuando nos ve a la luz de nuestro trabajo y de nuestra imagen pública. Pero si se nos ve sin máscaras, nos transformamos instantáneamente en menos que nada. [...] En mi recuerdo, el jefe de policía en El rostro es una diana conscientemente calculada. Representa a mis críticos. Yo era un bromista más bien de buena naturaleza con todos los que querían mantenerme a raya y controlarme. [...]
El oficial de salud [...] nació de un deseo irresistible de vengarse un poco de Harry Schein. Schein era el crítico de cine en la revista literaria Bonniers, que en ese momento era un órgano cultural de peso. Schein es inteligente y arrogante y lo que escribía hacía eco en sus círculos. Sentía que me trataba de un modo demasiado humillante, aunque él más tarde insistiese en que no lo hacía.
Pero el punto central de la historia, por supuesto, es la andrógina Aman/Manda. Es sobre ella y su enigmática personalidad que todo gira. Manda representa la creencia en lo sacro de los seres humanos. Vogler, por el contrario, ya se ha rendido. Trabaja en la forma más cutre de teatro que existe, y ella lo sabe [...]. Si Vogler es un mago que, incluso si está ya más que cansado de repetir una y otra vez sus trucos sin sentido, continúa haciéndolo; Tubal es el explotador, el comerciante del arte. Tubal es Bergman, el director, que intenta convencer a Dymling, el responsable del estudio, de la utilidad y calidad de su última película [...].
Extraído de la biografía de Ingmar Bergman Images: My Life in Film, Bilder, (Norstedts Förlag, Estocolmo, 1990)