El manantial de la doncella
Jungfrukällan
Max von Sydow, Birgitta Valberg, Gunnel Lindblom, Birgitta Pettersson, Axel Düberg, Allan Edwall, Tor Isedal
- 89 minutos
La tradición del siglo XIV en Suecia mandaba que en el verano una doncella hiciese una ofrenda con velas en el altar de la Virgen. El rey Töre envía a su hija Karin, que va acompañada de Ingrid, chica que la odia secretamente. En el camino, en el medio del bosque, la abandona. Karin decide continuar sola, encontrándose con un grupo de pastores, de apariencia amable, que desean compartir con ella su comida.
- Ano:1960
- Países de producción: Suecia
- Guión: Ulla Isaksson
- Fotografía: Sven Nykvist
- Montaje: Oscar Rosander
- Productora(s): Svensk Filmindustri
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Crítica en Cinema Esencial
por David Vericat
Ingmar Bergman: God is Silent
Ensayo fílmico con extractos de varias películas de Bergman sobre la idea del silencio de Dios.
Un austero estudio de la violación, la maldad y la muerte, basado en una canción popular del siglo XIII
Fundación Ingmar Bergman
Basado en una canción popular del siglo XIII, el guion lo escribió Ulla Isaksson. Bergman ha hablado a menudo sobre el Rashomon de Akira Kurosawa como uno de sus filmes favoritos. El manantial de la doncella está sin duda en deuda con este trabajo, así como con los estudios cinematográficos de la naturaleza de Victor Sjöström.
El filme se rodó en varias localizaciones de Dalarna, entre las que se incluyen Styggforsen y Skattungby. El material de prensa original contenía un pequeño texto de Ingmar Bergman, titulado Páginas de un diario que no existe. Cuenta la historia de una mañana lluviosa a finales de la primavera de 1959: “Todos estábamos activos para mantener el calor. La temperatura estaba en el punto de la congelación y de vez en cuando copos de nieve aparecían entre la gélida niebla gris”.
El equipo se esforzaba por hacer funcionar la vieja cámara en estas duras condiciones meteorológicas cuando, de repente, las nubes se marcharon y el sol brilló atravesándolas. El momento para una toma: “Sin embargo, mientras los rayos de sol penetraban y chispeaban filtrados en la misteriosa oscuridad del agua del bosque y a través del verde transparente de la primavera en las suecas betuláceas, alguien nos llamó gritando y apuntó al cielo”.
Dos gruyas volaban majestuosas por encima de las copas de los árboles. Todo el mundo dejó de trabajar para admirar la escena. Cuando los pájaros desaparecieron, Bergman fantaseó por un momento con lo agradable que sería contar con un set al estilo de Hollywood a su disposición: “[...] tener una cámara que non estuviese amarrada, un raíl que no hiciese ruido, sería todo un acontecimiento por una vez hacer una película con un presupuesto de más de 250.000 dólares, solo por probar. Sin embargo, a pesar de todo eso voy a decir que no rotundamente a la oferta de los americanos. Sentí una súbita felicidad y alivio. Me sentí seguro y en casa”.