El estado de las cosas
Der Stand der Dinge
Patrick Bauchau, Allen Garfield, Isabelle Weingarten, Geoffrey Carey, Jeffrey Kime, Arturo Semedo, Samuel Fuller, Francisco Baiao, Robert Kramer
- 101 minutos
Un equipo de cine rueda en Portugal el remake de una antigua producción de ciencia-ficción, pero los problemas se suceden. Primero se acaban los rollos de película, después desaparece el productor... El director se desespera y cree que no podrá terminar su proyecto.
- Ano:1982
- Países de producción: Alemania, España, Estados Unidos, Francia, Países Bajos, Portugal, Reino Unido
- Guión: Robert Kramer, Wim Wenders
- Fotografía: Henri Alekan, Fred Murphy, Martin Schafer
- Montaje: Jon Neuburger, Peter Przygodda, Barbara von Weitershausen
- Productora(s): Gray City, V.O. Filmes, Road Movies Filmproduktion
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Wim Wenders: "Quizá sea el público el que nos aleja de la realidad"
Entrevista realizada por Diego Galán en El País sobre la presentación del filme en España.
Extracto del filme
Versión original subtitulada
Otra vuelta de tuerca
Íñigo Marzabal
En abril de 1980 se interrumpe el rodaje de El hombre de Chinatown. Hasta noviembre de 1981 no se reanudará. Wenders vuelve a Europa e intenta adquirir los derechos de la novela del escritor suizo Max Frisch Yo no soy Stiller, sin conseguirlo. Paralelamente, Raúl Ruiz, que se encuentra filmando Le territoire en Sintra (Portugal), tiene problemas financieros para acabar el film. Wenders se ofrece para llevarle la película virgen que le falta. Llega a Sintra y, con parte del equipo técnico y con actores de Raúl Ruiz y con su propio equipo habitual, decide rodar una película. Vuelta al blanco y negro y al guión escrito sobre la marcha. El resultado de cinco semanas de rodaje será El estado de las cosas. (…)
Es cierto que cabe concebir El estado de las cosas como una alegoría de lo vivido por Wenders durante la realización de El hombre de Chinatown; como expresión del desencuentro con un sistema que impone sus condiciones sobre los deseos del autor; como el desengaño de Wenders, el nómada, que había creído poder encontrar su casa en Hollywood; como un ajuste de cuentas con Coppola-productor. Elementos hay en la película que justifican esta lectura.
Pero, más allá de esta “matriz autobiográfica”, lo interesante del film es ver cómo se expresa el gran conflicto wendersiano que había cifrado en la oposición imágenes e historia, a la luz de esa experiencia en Hollywood. “Parafraseando el título de un célebre artículo de Bazin, se podría decir que el problema en torno al que parece seguir moviéndose el director alemán atañe a la posibilidad de ser ozu-fordiano” (Filippo d'Angelo). Es decir, la fascinación simultánea por una mirada fenomenológica que respecte la continuidad espacio-temporal de lo real y por una narración dinámica y elíptica que le dé sentido. Dos momentos que ya el relato clásico pretendía unificar. Por una parte, la dramatización simbólica y, por otra, la atención al mundo representado. Esta proporcionaba sensación de realidad a aquella; aquella confería forma y sentido al mundo. Según ha venido repitiendo Wenders, esta unidad se ha fracturado.
El estado de las cosas habla de esa fractura.
Marzabal, Íñigo, Wim Wenders, Cátedra, 1998, pp.210-212