
Bernardino de Lamas. Piezas seleccionadas.
- 30 min.
- EL PAISAJE Lagoa de Valdoviño. Primavera de 1929 Merienda en el Eume. 18/8/1929 Tarde en la playa de Covas. 26/8/1926 Un verano en Valdoviño. Agosto 1925
- ROMERÍAS POPULARES Romería del Bo Xesús en Meirás (Valdoviño). 21/5/1925 Romería de Santa Comba (Ferrol). 28/8/1927 Romería das Dores en Lago (Valdoviño). 15/9/1925 Romería da Saleta en Lodairo (Narón). 14/5/1926 Romería en la Capilla de San Andrés, A Graña (Ferrol). Sin fecha Romería con la Sociedad de Amantes del Campo. (1926-1927)
- VIAJES POR GALICIA Viaje a O Cebreiro. 8 y 9 de septiembre de 1928 Viaje al sur de Galicia. Finales de junio de 1929
- MISCELÁNEA Buño. 23/6/1925 Playa en San Martín do Porto (Cabanas). 7/8/1927 Desfile de paraguas (Fin del verano). Teixeiro. 9/9/1928 Mujeres (sin fecha ni localización) Fiesta del árbol en Barallobre (Fene). 10/3/1929 El niño del río Xubia. Junio de 1930 Monumento al Caminante Desconocido en Barallobre. 1934. Última película.
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Fóra de serie
Presentación libro 'O cineísta andarengo'
Bernardino de Lamas. Piezas seleccionadas.
Versión lingüística:MudaFormato:DCPEntrada de balde.
- Ano:1925-1934
- Países de producción: España
A propósito de Bernardino de Lamas
Manolo González
Cineasta o cineísta
En el primer tercio del siglo XX, el cine documental en Galicia dejó algunos hitos notables, desde los primeros profesionales como José Gil, Rey Soto, los operadores del cine por correspondencia, los hermanos Barreiro, hasta los tres grandes de la época republicana: José Suárez, Carlos Velo y Antonio Román. El denominador común de sus diversas trayectorias es la aspiración de registrar un retrato más o menos ajustado del presente de Galicia desde distintas perspectivas, siempre mediante tecnologías profesionales.
Rara vez se ha valorado el punto de vista del amateur, aquel que, como indica su raíz latina «amare», hace algo por gusto, por puro amor. También ha sido objeto de análisis entre especialistas la distinción entre el cineasta amateur y el cineísta doméstico o familiar. Ambos mantienen actitudes radicalmente distintas ante la filmación y las propias imágenes. El cineasta amateur pretende producir una película de calidad y con ambición narrativa, como, por ejemplo, José Ernesto Díaz Noriega. Para ellos, el cine es un fin, una forma de vida que a menudo se confunde con la propia existencia. Mientras que el cineísta familiar o doméstico no pretende siquiera hacer una película, sino «atrapar la vida» de su entorno privado o familiar, sin transmitir la sensación de un relato concluido. Su campo de acción queda limitado a lo doméstico, pues el resultado carece de valor comercial.
Este es el caso que nos ocupa. Para el cineísta Bernardino de Lamas, el cine es una faceta más de su devenir vital, una herramienta funcional y complementaria. Bernardino es uno de los siete seudónimos de Alfonso Piñón Teixido, periodista itinerante, montañista empedernido, esperantista, vegetariano y galleguista que recorrió Ferrolterra y toda Galicia con su Pathé Baby entre 1924 y 1935, filmando casi 300 bobinas de 90 segundos en formato 9,5 mm.
Filmar en 9,5 mm
De esta singular producción de nuestro «homo viator» (el hombre que camina), la Filmoteca de Galicia conserva 90 bobinas, de las cuales hemos seleccionado 22 para su proyección. Antes de la proyección, ofreceremos algunas claves sobre este personaje tan singular, esquivo y huidizo, casi materia de psicología, por su capacidad de esconder una compleja vida personal.
Su cine replica los eslóganes publicitarios de la cámara Pathé Baby, que llegó a Galicia en la Navidad de 1923-1924: «Recuerde que el tiempo pasa y que puede detenerlo». «Verdadero archivo viviente de sus horas felices». «Es el pasado que revive».
En aquella época filmar no era fácil: las cámaras eran pequeñas (600 gramos) y funcionaban con una manivela manual. Dos vueltas equivalían a 14 fotogramas y un segundo de película. Esto dificultaba el encuadre, pues había que girar la manivela a una velocidad constante. El trípode era obligatorio para evitar que la imagen saliera movida. Además, las bobinas de 9 metros solo permitían una filmación continua de minuto y medio. El visor metálico desplegable, que cumplía la función de visor rudimentario, provocaba errores de paralaje en el encuadre, alterando a menudo la composición y cortando a las personas por arriba o por abajo. La mayor parte de las bobinas fueron filmadas en las primaveras y veranos de Ferrolterra.
Por otro lado, Bernardino de Lamas es un cineísta dominical, ya que sus filmaciones coinciden con rutas o actividades programadas los domingos y festivos. De ahí que las personas que aparecen en sus películas vistan con cierta elegancia, incluso las clases populares.
El cine de Bernardino de Lamas
Bernardino actúa como un pescador compulsivo de momentos felices. Pretende embalsamar vivencias efímeras e incluso hibernar el tiempo, para garantizar la permanencia emocional de esos instantes fugaces de plenitud: entre amistades, mujeres y montañas, mares y acantilados, personas, gestos y actitudes. En todas abundan los mismos motivos, reiterados una y otra vez: excursiones, romerías, meriendas campestres, paseos y conversaciones, músicas y bailes de gentes que cantan, bailan y ríen mirando a la cámara.
Bernardino hace lo posible por integrar el fluir de esa vida en el plano, girando la manivela mientras da instrucciones básicas a sus «actores y actrices». Sus filmes recuerdan la frontalidad del llamado «modo de representación primitivo». Son las personas las que se mueven con dinamismo dentro del encuadre, mientras miran y sonríen al camarógrafo, lo que provoca una sensación de espontaneidad y de transgresión involuntaria de los principios clásicos de la transparencia. Pura improvisación. Monta en la propia filmación mediante corte simple, al tiempo que gira la manivela, como si tomara fotografías en secuencia, lo que los franceses denominan «tourné-monté».
Pero ese almacén de efímera felicidad congelada en el tiempo y que pretende poner fin al constante devenir de la existencia—incluso conjurar la muerte—acaba mostrando un contraplano melancólico, incluso trágico. Lo sentimos al saber que varias personas que aparecen en las imágenes fueron asesinadas al comienzo de la Guerra Civil, como Matías Usero, Xaime Quintanilla, Juan García Niebla o Ramón Maseda, entre muchos otros.
En síntesis, como escribió Fernando Redondo: «Los filmes de Bernardino responden siempre a un intento de recuperar, conservar y revivir los momentos felices de la existencia». Ni más ni menos.
Y sin duda, muchas de estas ingenuas y humildes piezas, filmadas apresuradamente por un aficionado autodidacta, contienen en su interior más cine y más verdad que buena parte del cine estereotipado que exhiben las plataformas hegemónicas y el mainstream.
(Escrito originalmente para Play-Doc, edición 2025).