Amante por un día

“Tuve un muy largo duelo con mi padre, siempre le enseñé mis guiones. Ahora trabajo con Louis y Esther, vale en intensidad lo que experimentaba con mi padre. Logré abrir un segundo capítulo en mi vida al tener hijos y no dedicarme a otra cosa que no fuese a ellos. Fueron ellos los que lo decidieron, como las personas del circo que trabajan en la mesma disciplina. A veces, cuando ya no sabemos por qué estamos trabajando, cuando trabajamos con la hija de uno es como estar teniendo una reunión cotidiana. Psicoanalíticamente es sólido, no sabemos por qué vamos, simplemente quedamos con nuestra hija. (...) Hay algo que llevo haciendo a largo plazo, que es leer a Freud. Debí empezar en 1975. En el Conservatorio, les hago aprender los dos sueños de Dora, o el sueño del hombre de los lobos. Cuando hago un filme – es por eso que adoro a Bergman casi tanto como a Godard – me impongo un deber freudiano. En La jalousie, quería tratar la neurosis en la mujer; en L'ombre des femmes la libido en la mujer; en L'amant d'un jour, el inconsciente en la mujer. En L'amant d'un jour quería tratar el complejo de Electra, la réplica femenina del complejo de Edipo, incluso si no es completamente simétrico. Electra mató a su madre, Clitemnestra, porque se había vuelto a casar con otro hombre. En el filme, es la historia de una amistad consciente entre una chica y su joven y bella suegra, que tiene la misma edad que ella, y cómo el inconsciente de esta chica la empuja a deshacerse de esta rival por el padre”.

Philippe Garrel en entrevista con Stéphane Delorme (“Une trilogie freudienne”, en Cahiers du Cinéma nº 733, mayo de 2017, pp. 12-18)