Almoina: o heroe infame

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José Almoina Mateos nació en Lugo, hijo de un importante médico local. Después fue miembro del PSOE, masón, diputado, represaliado y perseguido en la guerra civil, exiliado, profesor en la Universidad de Santo Domingo y secretario personal del dictador Trujillo, el hombre por el que pasaban todos los documentos de un gobernante megalómano y homicida. Un trabajo indigno, por el que fue expulsado del PSOE y por el que muchos exiliados lo condenan al ostracismo.

Gregorio Bustamante, un héroe que denuncia ante el mundo la dictadura trujillista y sus manejos para exportar el terror a toda América Latina, cualifica a Almoina de “indigno gallego”. ¿Es por tanto Almoina un cobarde acomodaticio, dispuesto a todo para que su familia viva bien tras la cárcel y el terror en España? ¿Es realmente un “indigno gallego”, como le acusa Bustamante?

Almoina se defiende de estas acusaciones con un libro laudatorio titulado Yo fui secretario de Trujillo, donde pone al loco dictador por las nubes. Como dice el heroico Bustamante, Almoina es un hombre indigno.

En cuanto puede, Almoina saca a su familia de la República Dominicana y huye él también. Desde el exterior inicia un doble juego de denuncias y de engaños, de cambios de domicilio y de prevención, porque sabe que el servicio secreto de Trujillo se ha dado por fin cuenta: Bustamante es él. Almoina y Bustamante son la misma persona. Una persona condenada a muerte.

¿Héroe o cobarde? ¿Es cierto que con la obra laudatoria de Trujillo escrita por Almoina pagó la reimpresión del libro Una satrapía en el Caribe, de Bustamante? Es cierto que su familia corría peligro –no sería la primera vez que Trujillo ordenaba masacrar a una familia entera–, pero… ¿realmente quién era Almoina? Un hombre abandonado por todos, excepto por su propia familia. Un día antes de morir había renunciado a llevar revólver. Tiempo antes había vuelto a ser católico practicante. Es asesinado por agentes trujillistas en México, cuando volvía de misa. En una contradicción más de su vida, él, masón, había vuelto a encontrarse con la Iglesia.