Cure
Kyua / キュア
Kōji Yakusho, Masato Hagiwara, Tsuyoshi Ujiki, Anna Nakagawa, Yoriko Dōguchi, Yukijirō Hotaru
- 111 min.
El policía Takabe investiga unos extraños asesinatos. Las víctimas aparecen con una herida de arma blanca en forma de “x” y los culpables son personas totalmente normales sin ningún motivo para haber cometido el asesinato. Takabe empieza a sospechar que algo está influenciando a la gente para matar.
Fotos ©1997 Kadokawa Pictures
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Kiyoshi Kurosawa: La venganza de la soledad
Cure
Versión lingüística:VOSEFormato:DCPEntrada de balde.
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Kiyoshi Kurosawa: La venganza de la soledad
Cure
Versión lingüística:VOSEFormato:DCPEntrada de balde.




Perro rabioso
Erwan Higuinen (Cahiers du cinéma 540, noviembre 1999)
Es una serie en curso. Asesinatos, siempre cometidos por diferentes autores, fácilmente identificados y detenidos por la policía. No hay ningún punto en común entre los culpables, ni tampoco entre las víctimas. Solo una señal, una firma compartida: una cruz sangrienta dibujada en el cuello de cada cadáver. Con la ayuda de un amigo psicólogo, el inspector Takabe investiga. El código es lo primero, queda descifrarlo. Frente a Cure, el espectador se encuentra exactamente en la misma posición que Takabe: cada plano es un enigma, un bloque de tiempo depositado ante nosotros, pero con el que al principio no sabemos qué hacer por no comprender las reglas. Para Kiyoshi Kurosawa, sin embargo, lo esencial no es resolver el misterio, sino más bien la forma en que, poco a poco, un mundo se transforma, se degrada. Mientras que, siguiendo los pasos de Takabe, nos disponíamos a tomar las riendas (buscar pistas, escrutar los rostros de los posibles sospechosos), nos encontramos, como él, menos trabajadores que trabajados. Al igual que los sucesivos asesinos que, como pronto comprendemos, no son conscientes de sus actos, sino que atacan a sus víctimas como si estuvieran ausentes de sí mismos, como sonámbulos, teledirigidos, poseídos. No actúan: son actuados. Si el guion de Cure se asemeja al de una novela policíaca, su puesta en escena es la de una gran película de terror. En la historia del género, su genealogía es, por otra parte, muy clara. Kurosawa no recurre a efectos impactantes, sino que opta por sugerir, prefiere guiar al espectador en lugar de agredirlo y somete su mirada a una experiencia de los límites (el vacío, el exceso, el detalle que lo cubre todo) en la que la duda siempre tiene cabida. Una inquietante extrañeza, inevitablemente.
Al principio está el plano, despojado, rigurosamente encuadrado, con líneas nítidas y tonos que oscilan entre el marrón y el gris. La luz es escasa, el tiempo lluvioso. Cure es una pesadilla otoñal, hasta tal punto que la aparición del policía y el psiquiatra paseando por la ciudad, de repente soleada, parece casi incongruente. Primero viene la composición del plano, luego su descomposición, su división en elementos, su desorden, su reorganización según lógicas oscuras. Es por su crispación fóbica que Cure se convierte en una película alucinante, ya que las breves visiones que asaltan al policía, y luego a su amigo psicólogo, no son más que el resultado objetivo (desde el punto de vista del espectador) de un proceso secreto iniciado muy temprano.
Mientras le faltan puntos de referencia y Takabe ya no tiene control sobre el mundo, encuentra un adversario, que tal vez se llame Mamiya, un personaje atractivo, el hombre más esquivo que existe. Mamiya es amnésico, pero no solo ha olvidado todo su pasado: simplemente no tiene memoria y permanece en un presente perpetuo. Las palabras resbalan sobre él sin dejar rastro, al menos en la superficie. Es imposible interrogarlo: Mamiya no responde nada, pero encadena las preguntas más básicas. ¿Quién? ¿Dónde? ¿Qué? ¿Quién eres? Cada frase pronunciada, cada información, se olvida al instante. Sin embargo, pide constantemente a quienes conoce que le hablen de sus vidas, como el caníbal de El silencio de los corderos, de Jonathan Demme. Es una pantalla opaca en la que los demás se proyectan en vano. Y, a su vez, sin pronunciar una palabra, se proyecta en ellos, les transmite sus obsesiones inconscientes y los empuja al crimen.
Cure, una película de terror, trata ante todo sobre el miedo y la contaminación, el miedo a la contaminación. La locura parece flotar en el aire antes de elegir un cuerpo, uno u otro de los futuros asesinos con los que se encuentra Mamiya, el policía y su mujer, el psiquiatra. La hipnosis y el mesmerismo son explicaciones que no reducen el misterio, sino que, por el contrario, lo refuerzan, ya que lo que ocurre en Cure se resiste a cualquier interpretación, un poco como ocurre con los cultos vudú en Anduve con un zombi. Lo que provoca el miedo es aquello que es a la vez inaprensible y omnipresente.