Zinzindurrunkarratz
Paolo, Bixente Otamendi, Jesús Alegria, Pilar Suescun
- 89 min.
Hacia el inicio de Zinzindurrunkarratz, Oskar Alegria alude a la técnica japonesa del kintsugi, que remienda piezas de cerámica con oro, elogio a las cicatrices del objeto, para introducir la lógica que recorrerá este diario filmado que cierra una trilogía sobre la memoria. Haciendo uso de una vieja cámara super 8 de su padre que ya no captura audio, recuperará algunas de las escenas de su infancia y creará otras con un dispositivo que lo obliga a producir imágenes sordas, complementándolas con una grabadora que registra sonidos ciegos.
Como la propia memoria, el camino de Alegria estará lleno de huecos. El transcurrir no es lineal, lo traza sin prisas su burro Paolo, cuyas alforjas cargan estos objetos de trabajo. La ruta que se propone realizar el cineasta es la de la trashumancia que hicieron sus ancestros en las montañas de Nafarroa, hoy parcialmente perdida y difícil de trazar. Hay más objetos de fabricación tradicional que lo acompañan en su recorrido, donde ruinas arquitectónicas y paisaje son también esenciales para hablar de esos quiebros de la memoria y definir la identidad personal y colectiva a la que el cineasta pertenece.
El universo fílmico de Alegria, como en La casa de Emak Bakia (2012) y Zumiriki (2019), empieza y termina allá donde todavía pueda escucharse el euskera. Conservador de palabras hoy casi perdidas, aquí se inventa una compuesta que define bien su viaje: zinzin es una brisa ligera, durrun lo que tarda en caer una piedra por una sima – diez metros por cada durrun – y karratz hace referencia a un rayo que golpea rugiente una peña en el camino. De esta forma tan onomatopéyica – los ruidos también producen imágenes mentales –, Alegria compone un haiku que traslada su experiencia a modo de cuaderno de viajes poético; uno filmado en presente, pero en cuyas imágenes y sonidos sentimos todo el peso de la tradición.
- Ano:2023
- Países de producción: España
- Guión: Oskar Alegria
- Fotografía: Oskar Alegria
- Montaje: Oskar Alegria
- Productora(s): Emak Bakia Films
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Entrevista con Oskar Alegria
Lourdes Maldonado (Las tardes de RNE)
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Zinzindurrunkarratz, el mejor cine español viaja en burro
Luis Martínez (El Mundo)
Trailer
VO
Crónica de Seminci
Felipe Gómez Pinto (Caimán. Cuadernos de cine)
Zinzindurrunkarratz contempla la memoria como un camino emocional. Un camino que avanza como lo hace el recuerdo o los sueños, a través de imágenes mudas y sonidos ciegos. Precisamente el sonido se erige como una suerte de ‘signo total’ con el que Oskar Alegría inicia un recorrido por la memoria y la Historia pérdida. Una mezcla aforística de fragmentos de antiguas películas grabados con la Super 8 de su padre y un diario personal que regresa a los senderos míticos de unas costumbres y unos ecosistemas ya desaparecidos. Es en ese murmullo de las montañas de Artazu donde imagen y sonidos se encuentra y se bifurcan; entrecortándose y comunicándose simultáneamente en senderos, antaño recorridos por sus abuelos, y en contacto perpetuo con la ensoñación. Sus cincuenta y cinco sonidos registrados acotan un camino olvidado que se materializa en un tempo, aire o movimiento que ensalza el silencio. Un viaje hacia el pasado que dialoga de manera premedita o accidental con el cine de Jonas Mekas, pero también con la investigación antropológica del sonido presente en O Gemer (Xabier Erkizia, 2021) o con la historiografía ficcional de My Mexican Bretzel (Nuria Giménez Lorang, 2019). Una declamación pausada vertebrada en los sonidos onomatopéyicos de su nombre: una brisa ligera (zinzin), una piedra que cae (durrundurrun) y una cumbre golpeada por un rayo (kurruzkarratz). Sonidos que son, antes de todo, duración. Movimientos que respiran una imaginación en la que cada diástole vuelca un nuevo comienzo.