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Vampir-Cuadecuc
Christopher Lee, Herbert Lom, Soledad Miranda, Jack Taylor, Maria Rohm, Fred Williams, Paul Muller, Jeannine Mestre, Emma Cohen, Jesús Franco
- 66 min.
Vampir-Cuadecuc es posiblemente el film clave para entender la transición que se produce en el campo cinematográfico español desde el período de los «nuevos cines» (permitidos por la administración franquista) hacia las practicas clandestinas, ilegales o de abierta oposición al régimen franquista. Consiste en una filmación a partir del rodaje del film comercial El Conde Drácula, de Jesus Franco. Portabella ejerce dos tipos de violencia sobre la narrativa estandar: elimina totalmente el color y sustituye la banda sonora por un paisaje de colisiones imagen-sonido en colaboración con Carles Santos. Filmado provocadoramente en 16mm y con negativo de sonido, las tensiones entre el blanco y el negro favorecen el extraño «materialismo fantasmático» de este análisis desvelador de los mecanismos de construcción del ilusionismo del cine narrativo dominante, que al mismo tiempo constituye una intervención radical en la institución cinematográfica española.
- Ano:1970
- Países de producción: España
- Fotografía: Manel Esteban
- Productora(s): Films 59
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Presentación del filme en Il Cinema Ritrovato en 2020
Conversación entre Pere Portabella y Esteve Riambau
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El cazador de vampiros
Conversación entre Claudio Leal y Pere Portabella (en el diario brasileño «Folha de S. Paulo»)
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Presentación del filme por el cineasta Albert Serra
Ciclo ‘Vampiros: La evolución del mito’ (CaixaForum)
Tráiler del filme
VOSE
Carta leída en la presentación de Vampir-Cuadecuc en el MoMA
Pere Portabella, 1972
El hecho de que yo no esté hoy entre vds., muy en contra de mi voluntad me obliga a escribir estas líneas de presentación de mi filme.
Vampir es un esfuerzo de reflexión sobre el lenguaje cinematográfico. Es quizás, también, un intento de desentrañar lo fantástico reducido al género de terror; una travesía a través del género cinematográfico, un discurso sobre un discurso, un filme-vampiro pues ha sido realizado durante el rodaje de la producción El Conde Drácula dirigida por Jess Franco. Pero fundamentalmente lo que deseo señalar es que Vampir es uno de los primeros filmes marginados hechos en mi país. Advirtiendo que la marginación, en nuestro caso, no es el resultado de una opción voluntaria, sino forzada por nuestro contexto político, social y cultural. Es la única respuesta posible, la única salida para un cine independiente en España, que empieza por la renuncia definitiva a la “protección” del Estado y a la tutela de las grandes distribuidoras, de la censura y del control oficial e industrial y a la necesidad de arraigo con nuestra realidad concreta, con una política de producción ideológicamente coherente con nuestras necesidades; rechazando de plano las vías de la Administración, que en el mejor de los casos no son otra cosa que una manifestación más del aparato de poder.
Con unos medios de financiación reducidísimos, pero propios y métodos de trabajo desligados del sistema que deben transformar el concepto tradicional de producción-calidad-artística, en un proceso de mutación ideológica de la práctica cinematográfica (del medio). Único camino o alternativa que nos permite asumir la búsqueda de un lenguaje, específicamente cinematográfico, que corresponda a una visión consciente y profunda de la realidad española. Hecho desde dentro, desde su propia raíz y por lo tanto vinculado a la misma vanguardia revolucionaria que no exime al realizador de su compromiso (histórico) en la acción cotidiana. Desenmascarando la noción de vanguardia (política y artística) que descarta a las masas y se construye “fuera” de su lucha misma. Esta actitud activa se desenvuelve y sólo es posible fuera de los límites de la legalidad de un sistema que ni tan siquiera se muestra capacitado para mantener abierto un mínimo proceso de integración o asimilación pseudodemocrático o simplemente crítico, a la vez que, como resultado de su impotencia para ofrecer una salida o solución en si mismo, toma la iniciativa de la regresión política en que se ve comprometido actualmente. Asumiendo por lo tanto las consecuencias de marginarse en un país donde no existen las mínimas libertades. Donde reunirse más de 19 personas sin previo permiso gubernativo es un delito de reunión ilegal. Donde la huelga puede ser un delito de sedición militar. Donde la censura se ejerce impunemente sin ningún respeto a la personalidad. Donde no ha sido posible celebrar un homenaje legal a Picasso y en cambio, si ha sido posible el encarcelamiento de un crítico de arte y de varios estudiantes, por el hecho de presidir un acto dedicado al pintor español en la Universidad de Madrid. En este terreno estrictamente cultural, seria interminable la lista de libros secuestrados, revistas retiradas, editoriales paralizadas, obras de teatro y películas prohibidas, profesores expulsados de las universidades, estudiantes e intelectuales detenidos.
Sobre el movimiento obrero la represión es todavía mucho más dura. Mientras el régimen actual intenta con su política exterior una cierta apertura (para ser admitido en el Mercado Común Europeo) y fortalecer así su economía, en el plano interior, el inmovilismo y el temor a las expresiones concretas del movimiento democrático, cada vez más fuertes, llevan al sistema a acentuar todavía más sus contradicciones en todos los terrenos.
Si tienen Uds. en cuenta ese contexto, el hecho de la denegación reiterada de pasaporte que recae sobre mí y tantos otros compañeros dedicados a trabajos intelectuales, y que explica mi ausencia de hoy en Nueva York, y la represión sobre el medio de comunicación que hacen posible que Vampir carezca de existencia legal en mi país, no deben ser interpretados nunca como hechos aislados, ya que expresan mejor la realidad española que todas las representaciones oficiales de España en los festivales internacionales, al margen del interés que pueda merecerles el filme.
Aquí está pues Vampir, no a pesar de todo, sino como resultado de todo.