![Una canta, otra no](https://filmotecadegalicia.xunta.gal/sites/w_pcgai/files/styles/large/public/4c28117f57087c5b9c858bb20b854917-623x438.jpg?itok=yYpPTS-3)
Una canta, otra no
L'une chante, l'autre pas
Francis Lemaire, François Wertheimer, Gisèle Halimi, Marion Hänsel, Mathieu Demy, Thérèse Liotard, Valérie Mairesse
- 122 min.
Dos chicas, Suzanne y Pauline (después Pomme), se conocen en 1962 y se reencuentran diez años después. La crónica paralela de sus vidas, sus diferencias de personalidad, los hijos, los hombres y la toma de conciencia de la figura femenina moderna en un relato maduro y consciente que muestra la vertiente de Varda por la que se concilian narración sugestiva y talante combativo.
- Ano:1976
- Países de producción: Bélgica, Francia
- Guión: Agnès Varda
- Fotografía: Charles Van Damme, Nurit Aviv, Elisabeth Prouvost
- Montaje: Joële Van Effenterre
- Productora(s): Ciné-Tamaris
Una canta, la otra no: una amistad a lo largo del tiempo
Inma Merino
La reflexión sobre el hecho y la experiencia de ser mujer continuó con Una canta, otra no (L’une chante, l’autre pas, 1976). Esta película de ficción rodada en 1976 narra el transcurso vital de dos mujeres (la que canta: Pauline/Valérie Mairesse, llamada Pomme; y la que no canta Suzanne/Thérèse Liotard) ligado a la construcción de las respectivas identidades y la relación de amistad a través del tiempo que, salvando las diferencias entre ellas y la distancia física a partir de un momento, se va renovando en sucesivos encuentros y se mantiene mediante una relación epistolar que, de hecho, la hace más profunda: a través de las cartas, comunican una intimidad explicando sus vivencias y sus estados emocionales. Este sentimiento de amistad, que arraiga cuando Pomme apoya a Suzanne en momentos difíciles y hasta dramáticos relacionados con un aborto forzosamente clandestino y el suicidio de su compañero, crea un vínculo entre ellas al margen de sus diferencias de carácter, relativas a sus comportamientos, decisiones y opciones vitales. Los hechos relatados de las vidas de Pomme y Suzanne abarcan una temporalidad de catorce años: comienzan en 1962 y, con un epílogo, acaban en 1976.
La narración no sigue estrictamente una continuidad cronológica (a través de las cartas se explican hechos que han sucedido anteriormente, a veces años atrás, respecto al presente en que se escriben y que el espectador conoce al mismo tiempo que la destinataria) y adquieren un carácter fragmentario. Existen grandes elipsis y saltos temporales que crean unos vacíos narrativos que, en parte, remiendan los contenidos de las cartas y de las postales (verbalizados por las remitentes mientras las imágenes muestran o reconstruyen los hechos explicados) y los comentarios de la narradora Varda, que también tienen un soporte o una complementariedad visual (...) La cineasta, que se desdobla como narradora en su ficción, reúne de nuevo a las amigas en una fecha clave, a finales de 1972, para la lucha de las mujeres francesas: “Diez años más tarde, las dos seguían el proceso de una joven que había abortado”, dice la voz narrativa. Varda, pues, quiso que Pomme y Suzanne se reencuentren en una de las manifestaciones a raíz del proceso de Bobigny, en el que, defendidas por la abogada feminisa Gisèle Haimi, fueron absueltas una joven y su madre juzgadas por haber abortado la primera, que había quedado embarazada siendo violada por un compañero de Instituto: un caso que creó jurisprudencia y de una importancia decisiva para la futura Ley Viel que, en 1975, despenalizó la interrupción voluntaria del embarazo. Varda quiso, pues, inscribir la construcción de la identidad por parte de sus protagonistas, así como su amistad, en la historia colectiva de las luchas feministas de los años 70 del siglo pasado. Por eso también se concede tiempo a las canciones del grupo Orchidée (del cual forma parte Pomme) al ser portadoras del talante feminista de la película sin que Varda renuncie a los juegos de palabras, a la ironía y a las imágenes poéticas. Existe una dimensión documental, en tensión con la ficción que se introduce en un mundo real, cuando estas canciones se interpretan en las plazas de los pueblos y las imágenes muestran los rostros de sus habitantes, que expresan una mezcla de curiosidad y extrañeza. También en un registro documental se reproduce parte de la discusión con las mujeres que formaban realmente un grupo feminista en Toulon, dado que, ante una canción que exalta la experiencia del embarazo, la consideraron ambigua argumentando que podría cantarla así mismo cualquier movimiento anti-abortista para generar mala conciencia a las mujeres que no quieren tener hijos. Pomme responde con unas palabras que podrían ser las de la propia Varda: “No digo que debamos tener hijos, sino que, cuando estás embarazada, has de sentir por ti misma y no lo que te diga el Estado, la Iglesia o el subsidio familiar. Escribo y canto lo que siento a través de imágenes de mujeres”.
Inma Merino, extractos de la publicación que acompaña la edición en BR del 'Universo Agnès Varda' (ed. Avalon, 2024).