Oncle Yanko
Jean Varda, Tom Luddy, Agnès Varda, Rosalie Varda
- 19 min.
En 1967 Varda está en San Francisco, homenajeada por el certamen cinematográfico de la ciudad junto a su compañeiro Jacques Demy. De hecho inesperado decide realizar un cortometraje sobre un hombre que quince días atrás todavía no conocía, Jean Varda, un pintor naif muy conocido especialmente en la comunidad hippy que resulta ser su tío. Rodada en tres días, Varda capta a la perfección muchos componentes del momento histórico (psicodelia, contracultura, activismo político) mientras establece un eficaz retrato personal.
- Ano:1967
- Países de producción: Estados Unidos, Francia
- Guión: Agnès Varda
- Fotografía: David Myers, Didier Tarot
- Productora(s): Ciné-Tamaris
Uncle Yanco: Los origenes griegos y California a finales de los años 60
Inma Merino
A raíz de una invitación en el año 1967 del festival de cine de San Francisco, la cineasta encontró a un primo de su padre viviendo en una barcaza instalada en Sausalito: un pintor llamado Jean (Yanco) Varda (1893-1971), con un espíritu libertario en sintonía con el movimiento hippy y el pacifismo disidente de las protestas en contra de la Guerra de Vietnam. Ese encuentro fue una revelación y Varda improvisó un rodaje de tres días, una limitación temporal definida por la fecha del billete de avión de vuelta a París, empujada por el deseo de filmar a ese pariente hasta entonces desconocido que, además, le habló de los orígenes griegos de los Varda(s), que el padre de la cineasta, Eugene Varda, siempre escondió: nacido en 1980 en el seno de una familia griega en Esmirna, emigró a Francia en su juventud y, según su hija olvidó que era griego como si lo avergonzase serlo. En Uncle Yanco (1967) Agnès Varda aparece por primera vez de manera significativa e intencionada en las imágenes. Lo hace para poner en escena la representación (e incluso repitiéndola con la intervención de la claqueta, haciendo así visible el dispositivo cinematográfico) del momento feliz en que uncle Yanco, como dice antes la cineasta en off, conoció y reconoció a su sobrina Agnès; una celebración donde aparece con un corazón de plástico en una de las manifestaciones tan conscientes como gozosas del naíf vardiano. Lo cierto es que el testimonio de ese encuentro respira felicidad. Para la cineasta fue como reconocer a un padre soñado que amaba los colores, llevaba pantalones rosas y amaba reír y pintar ciudades bizantinas imaginarias.
En el film Varda afirma una filiación con su tío Yanco que, más allá del vínculo familiar, hace sentirla parte de una familia imaginaria que ama la libertad, que vive alegremente en los márgenes y que práctica el arte sin vanidad ni mercantilismo.
Inma Merino, extractos de la publicación que acompaña la edición en BR del 'Universo Agnès Varda' (ed. Avalon, 2024).