Dios es mujer y se llama Petrunya

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En Stip, un pequeño pueblo de Macedonia, cada mes de enero se celebra una festividad atávica. Uno de los sacerdotes de mayor rango eclesiástico lanza una cruz al agua y un grupo de hombres ha de buscarla. La tradición dice que aquel que la encuentre tendrá para siempre prosperidad y fortuna en la vida. Este año sucede algo sorprendente. Una mujer, Petrunya, es quien la encuentra. Dado que viven en una sociedad basada en viejos códigos morales, la comunidad de hombres se enfurece. ¿Cómo es posible que una mujer se haya atrevido a hacer lo mismo que ellos y, por encima, teniendo éxito en el proceso? Sin embargo, Petrunya se siente la legítima ganadora del concurso y no está dispuesta a devolver la cruz bajo ningún concepto. Basada en una anécdota histórica real acontecida en 2014, la cineasta macedonia Teona Strugar asume el necesario despertar y emancipación de la mujer en medio de costumbres y ritos inequívocamente masculinos.